Editorial Alaire

Querida Isabelle:
Efectivamente, paz, felicidad, orgullo, son apenas los primeros sentimientos emanados de este trabajo.
Gracias por tu apoyo:
Arturo

Queridísimo Arturo:
Todo el poema en sí, no es otra cosa más que una gala de amor humano, amor de padre...
Y ese final, un broche de oro, de platino radiante, que trasciende aún más toda esa belleza, llevándonos a un universo inconmensurablemente sublime.
Cariño enorme!

Querida Vanesa:
Muy en el fondo de mi corazón considero que la poesía es, o debiera ser, la sublime expresión del hombre de los fragmentos que conforman el gran kaleidoscopio de la vida.
Ser padre es una de ellos, probablemente de gigantesca magnitud. Y mitra lo que son las cosas, es tan sublime este sentimiento, que no compite con nada, no pretende ser padre de todos ni marcar camino para nadie que no sea el producto de tu sangre.
Por lo tanto, es sencillo y a su vez indimensionable; es puro como diamante y callado como un carbón; es radiante como un sol y opaco ante las estrellas.
Asumo por tu juventud, que aún no ha llegado a tu vida este momento. Conociéndote, estoy seguro encontrarás la veta más maravillosa, inagotable y explosiva para verterte toda en palabras, en versos, en poesía.
Con el inmenso cariño y admiración que me inspiras, agradezco tu gentileza y conmovedoras palabras.
Gracias:
Arturo

Hola Arturo.
Atrápalo ahora, sí, ahora que todavía es un niño, luego vuelen de casa, compañero, vuelan.
Claro que más tarde llegan los nietos y ese sentimiento, esa ternura que desbordas en el poema, vuelve a resurgir, te lo aseguro.
me gustó. Un abrazo.
Mario.

Un post muy interesante con el hermoso poema de apertura. Te felicito, Arturo.
Un saludo.

Arturo Juárez Muñoz escribió:CUANDO LO VEO PASAR
A mi hijo Arturo, que es ave que se eleva…

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su figura perfecta.
Su sombra deslizándose en la tierra, se mueve con gracilidad insuperable.
Destellante, se clava por los aires cual saeta de luz iridiscente,
rasgando el telón de la mañana, para irrumpir pleno en nueva escena.

Así es, impredecible, volátil, efímero como la espuma,
que nadie puede contener en una sola mano, aroma que se esfuma.

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su mirada infinita.
Intento hurgar entonces a los cuatro horizontes de la vida
y solazarme con cada primavera, con cada rama donde se aposenta,
con cada gota de lluvia que hace comparsa a su hermosura.

Eres libre, libre; tan libre que retas al viento en su correr sin tiempo.
Tú sí naciste de un lugar, de un tiempo, de una cuna.
Eres requerido, alguien te espera para soñar contigo
sueños de libertad, de excelsa galanura.

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su cauda evolutiva,
pues es capaz de unir los dos océanos, la tierra, el mar… la luna.

Un hijo es la prolongación de uno mismo.Es la perpetuidad de la sangre
y el sentir constante del amor dentro de uno. A de tenerse un hijo para que todo cambie !
Y la vida se verá con nuevos bríos, nuevos colores y la alegría será siempre un motivo.
Te felicito por tu poema amigo


abrazos

lázaro

Queridísimo Mario Martínez:
Desde que te conocí a través de este grandioso foro, una sensación muy peculiar me dejaste. ¿Natural? ¿Humano, muy humano? ¿Sensible ante la sencillez de la vida?

Luego, a través de tu trabajo siempre comprometido, mi admiración por ti fue creciendo, colocándote entre mis favoritos, lo cual no significa clasificar el trabajo de todos los demás compañeros.

Viniendo de ti, tus palabras me fortalecen, me arropan, me impulsan.
El amor a mis hijos es un motor fundamental, insustituible e indimensionable.
Mi hijo a quien escribo este poema, lleva mi nombre y cuenta con 31 años de edad. Es un prominente arquitecto, hermoso, fuerte, maravilloso. Mi otra hija, Patricia del Rocío, también promesa de la arquitectura, con 23 años e edad, suman mi universo de trascendencia futura. No omito a mi esposa, con quien llevo 33 años de casado.

Me has movido a decir esto, no por exhibir postura de padre orgulloso solamente, sino porque considero que todos debiésemos escribirles a nuestros hijos algún remedo de poesía, pero escribirles.

Gracias, amigo. Recibo con enorme alegría tus palabras:
Un abrazo:
Arturo

Enric Jaume,
Agradezco de todo corazón tus gentiles palabras.
Te confieso que en este momento me siento altamente emocionado, y sólo espero que este sentimiento llegue a ti bajo la magia de la tecnología.
Tienes en un servidor a un amigo:
Arturo

Querido amigo Lázaro:
Quiero iniciar haciéndote una confesión.
¿Omisión? ¿Desatención? ¿Falta de delicadeza?
Desde el primer día que ingresé a este foro, advertí tu figura apoltronada en mullido sillón. Ingresé a tus publicaciones y percibí el trabajo amoroso de una persona desenfadada de la vida, sencillo, carismático, bondadoso.
¡Nunca te escribí el más mínimo comentario!
¿Excusas? Todas. ¿Válidas? Ninguna. Sólo espero poder enmendar la omisión, que también es culpa.

Gracias por tus hermosas palabras. Solamente los que somos padres tenemos la oportunidad de constatar la fuerza que se agita en nuestro interior, y que está dispuesta y atenta por explotar en emociones y alegrías inéditas cada día, pues como la vida misma, una caja de sorpresas se abre en cada amanecer.

Gracias de todo corazón por ofrecerme la oportunidad de disculparme.
Tu amigo:
Arturo

Arturo, me ha gustado este poema, es un bello canto a los hijos. Mi felicitación.

Gustavo Ledesma,
Eres muy gentil. Agradezco profundamente tus palabras y tiempo dedicado a su lectura.
Un abrazo:
Arturo

El único amor verdaderamente y plenamente incondicional es el que ofrecemos a los hijos. Ellos son la rama que prolonga nuestro tronco hacia el mañana, la semilla que nos eterniza, y siempre deseamos que sean más, que tengan más, que puedan más de lo que somos, tenemos o podemos. Su felicidad multiplica la nuestra y su grandeza nos engrandece doblemente.
Tu amor como padre solo se equipara a tu calidad como poeta y ser humano. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa

Arturo Juárez Muñoz escribió:CUANDO LO VEO PASAR
A mi hijo Arturo, que es ave que se eleva…

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su figura perfecta.
Su sombra deslizándose en la tierra, se mueve con gracilidad insuperable.
Destellante, se clava por los aires cual saeta de luz iridiscente,
rasgando el telón de la mañana, para irrumpir pleno en nueva escena.

Así es, impredecible, volátil, efímero como la espuma,
que nadie puede contener en una sola mano, aroma que se esfuma.

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su mirada infinita.
Intento hurgar entonces a los cuatro horizontes de la vida
y solazarme con cada primavera, con cada rama donde se aposenta,
con cada gota de lluvia que hace comparsa a su hermosura.

Eres libre, libre; tan libre que retas al viento en su correr sin tiempo.
Tú sí naciste de un lugar, de un tiempo, de una cuna.
Eres requerido, alguien te espera para soñar contigo
sueños de libertad, de excelsa galanura.

Cuando lo veo pasar, vuelo con él, tras su cauda evolutiva,
pues es capaz de unir los dos océanos, la tierra, el mar… la luna.

Hago eco de las bellas palabras que te ha dejado quien considero maestro y gran artista: Julio. Tu poema Arturo es el de un padre que no teme, que deja volar y vuela junto a su hijo. Un gran y hermoso poema.

Abrazos,
ERA

Josefa A. Sánchez,
¡Tienes toda la razón! El amor a los hijos es equiparable al amor perfecto!
Estimo que podemos llenarnos de frases y alegorías que representen tan profundo y humano sentimiento. Sin embargo, pareciera que ello no es sentencia definitiva, ni principio de vida ni regla a seguir.
Con enorme desconsuelo me entero, casi de manera cotidiana, de eventos de maltrato a los hijos, a su abandono, a su miseria en la que viven olvidados y desdichados.

No relativizo la trascendencia de la intención, solamente la pongo en perspectiva. Pareciera que el amor a nuestros hijos es infragmentable, evolutivo, indisoluble.
¡Vaya pues un sentimiento de alegría para los que compartan tus palabras, a las cuales me sumo en definitiva!

Lo lamento por los que no pudieron alcanzar la sensibilidad necesaria para poder unirse a nuestros sentimientos.

Con inmenso cariño a tu profunda y sensible vocación de ser amiga, poeta, mujer:
Arturo

Roxane, querida amiga:
Es cierto, lo comparto. Julio González Alonso es una persona estrictamente humana; necesariamente profunda; indefectiblemente sensible.
Me he manifestado a favor de sus temas tan peculiares, resaltando el último suspiro con el que un perro se va de este mundo (pensamiento en uno de sus notables poemas)

Me admira el sentirme confluir a esas aguas que reposan en algún estero. La vida es sencilla, apacible, digna de ser admirada en todas sus perspectivas.

Gracias por apuntar a la idea de dejar volar libres a mis hijos. ¿Cómo no hacerlo si nacieron en la libertad, sin ataduras, sin cordel que atara sus plumajes?

Agradezco la oportunidad que me brindas de poder expresarme con esa misma libertad que ambos conocemos:

Con infinito cariño:
Arturo