Publicado: Mié, 27 Jul 2011 19:47
Un gusto leer un poema tan hermoso. Felicitaciones.
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Gerardo Mont escribió:hay aristas de la vida que presagian infinitos
mientras en los vértices el miedo se conjuga
y el hombre es una forma en la ergástula del pecho
alargando sus brazos de avenida
hacia el sol que supone al dorso de las puertas
e ilícitas
las calles se atan y liberan de sus grimas
se revisten de mercurio trepidando en las ventanas
perpetuando la fe sinuosa de las moscas
entonces
despunta en la penumbra esa flor de plata
elegante e insensata como una niña que madura
temblando en el dintel de cualquier beso
y reluce en las testas desencuentros
maullando cuando un trovador la llama luna
exponiendo la yunta del ojo y de la lágrima
en la luz intermitente que rifa las miradas
y rehúye los nombres que hacen cola en el reojo
o reclaman en la agenda su momento
y yo
arrastrado por la masa retorno a mis exilios
y soy un punto que vuelve tras sus pasos
un final que quiso ser en los umbrales
cuando la arista negó el camino que insinuaba
y nada
un callejón vacío
una mustia puerta
una copa que brilla como lágrima eterna
ante una luz cansada
Gerardo Mont escribió:hay aristas de la vida que presagian infinitos
mientras en los vértices el miedo se conjuga
y el hombre es una forma en la ergástula del pecho
alargando sus brazos de avenida
hacia el sol que supone al dorso de las puertas
e ilícitas
las calles se atan y liberan de sus grimas
se revisten de mercurio trepidando en las ventanas
perpetuando la fe sinuosa de las moscas
entonces
despunta en la penumbra esa flor de plata
elegante e insensata como una niña que madura
temblando en el dintel de cualquier beso
y reluce en las testas desencuentros
maullando cuando un trovador la llama luna
exponiendo la yunta del ojo y de la lágrima
en la luz intermitente que rifa las miradas
y rehúye los nombres que hacen cola en el reojo
o reclaman en la agenda su momento
y yo
arrastrado por la masa retorno a mis exilios
y soy un punto que vuelve tras sus pasos
un final que quiso ser en los umbrales
cuando la arista negó el camino que insinuaba
y nada
un callejón vacío
una mustia puerta
una copa que brilla como lágrima eterna
ante una luz cansada
Arturo Juárez Muñoz escribió:Muy apreciable Gerardo:
Imposible no identificarme con tu poema.
Por formación profesional, por estructura mental, por proceso lógico, las aristas, los vértices (y las facetas o caras), son conceptos que me roban el aliento y me inspiran sobremanera (te comento tener un poema llamado Icosaedro, en el cual cito estos conceptos). Particularmente profeso una veneración a la obra matemática divina.
En torno al poema, lo estimo sólido conceptualmente, rico en metáforas que evocan una conciencia plena de las cosas, pero sobre todo, cadencia y ritmo que lo embellecen de manera particular.
Un abrazo y respeto a tu persona:
Arturo
Simón Vera escribió:Un poema hermoso que contiene versos muy bellos, lo he disfrutado.
Un saludo.
Antonia Salmerón escribió:Un gusto leer un poema tan hermoso. Felicitaciones.
Antonia Salmerón escribió:Un gusto leer un poema tan hermoso. Felicitaciones.
Luna de Nos escribió:Gerardo Mont escribió:hay aristas de la vida que presagian infinitos
mientras en los vértices el miedo se conjuga
y el hombre es una forma en la ergástula del pecho
alargando sus brazos de avenida
hacia el sol que supone al dorso de las puertas
e ilícitas
las calles se atan y liberan de sus grimas
se revisten de mercurio trepidando en las ventanas
perpetuando la fe sinuosa de las moscas
entonces
despunta en la penumbra esa flor de plata
elegante e insensata como una niña que madura
temblando en el dintel de cualquier beso
y reluce en las testas desencuentros
maullando cuando un trovador la llama luna
exponiendo la yunta del ojo y de la lágrima
en la luz intermitente que rifa las miradas
y rehúye los nombres que hacen cola en el reojo
o reclaman en la agenda su momento
y yo
arrastrado por la masa retorno a mis exilios
y soy un punto que vuelve tras sus pasos
un final que quiso ser en los umbrales
cuando la arista negó el camino que insinuaba
y nada
un callejón vacío
una mustia puerta
una copa que brilla como lágrima eterna
ante una luz cansada
Gerardo, hay veces que un texto, su lectura, lo vuelve a uno màs torpe a la hora de intentar decir algo sobre èl, porque es como si el poema, se adueñara de quien lee, y lo envuelve en una nebulosa de la cual se hace difìcil salir -a veces tampoco se quiere-.
Leì este poema anteriormente, regresè a èl hoy, dio la casualidad que mientras lo releìa, estaba escuchando esto : http://www.goear.com/listen/343f21a/wav ... elle-vague, digamos que fue un momento perfecto. Las gracias y saludos, Luna.-