Editorial Alaire

Ricardo Serna G escribió:

Balalaika*

……Sólo quedan en pie los jinetes más diestros
Dylon Thomas


No fue un adiós, sino un desgarramiento,
el lugar bailó, con la última
copa, el bendito danzón:
“Chapontón y el son de la loma”.
El Balalaika nunca más vivirá
-recuerdan los juglares- su paraíso;
gruesos bloques fieles lo condenaron
al silencio amargo de sus dorados
ojos, sólo luz en lejanía
los pájaros eran en sus mejores
tiempos, el aroma y rol de las jaulas
de las noches locas
en pie de guerra.
El bestiario, rostro en donde bajaban
los dioses sin ser vistos de su reino,
en celo, aureolados por las fanáticas
del arte y servicio del sexo
en papel con roja espada pintaban
de sangre la ronca voz de los cuerpos.

Jamás, diez décadas, jamás, se olvidan.



*Nombre de una cantina del viejo barrio de la ciudad.

Ricardo Serna G escribió:

Balalaika*

……Sólo quedan en pie los jinetes más diestros
Dylon Thomas


No fue un adiós, sino un desgarramiento,
el lugar bailó, con la última
copa, el bendito danzón:
“Chapontón y el son de la loma”.
El Balalaika nunca más vivirá
-recuerdan los juglares- su paraíso;
gruesos bloques fieles lo condenaron
al silencio amargo de sus dorados
ojos, sólo luz en lejanía
los pájaros eran en sus mejores
tiempos, el aroma y rol de las jaulas
de las noches locas
en pie de guerra.
El bestiario, rostro en donde bajaban
los dioses sin ser vistos de su reino,
en celo, aureolados por las fanáticas
del arte y servicio del sexo
en papel con roja espada pintaban
de sangre la ronca voz de los cuerpos.

Jamás, diez décadas, jamás, se olvidan.



*Nombre de una cantina del viejo barrio de la ciudad.

Ricardo Serna G escribió:

Balalaika*

……Sólo quedan en pie los jinetes más diestros
Dylon Thomas


No fue un adiós, sino un desgarramiento,
el lugar bailó, con la última
copa, el bendito danzón:
“Chapontón y el son de la loma”.
El Balalaika nunca más vivirá
-recuerdan los juglares- su paraíso;
gruesos bloques fieles lo condenaron
al silencio amargo de sus dorados
ojos, sólo luz en lejanía
los pájaros eran en sus mejores
tiempos, el aroma y rol de las jaulas
de las noches locas
en pie de guerra.
El bestiario, rostro en donde bajaban
los dioses sin ser vistos de su reino,
en celo, aureolados por las fanáticas
del arte y servicio del sexo
en papel con roja espada pintaban
de sangre la ronca voz de los cuerpos.

Jamás, diez décadas, jamás, se olvidan.



*Nombre de una cantina del viejo barrio de la ciudad.

Lila Manrique escribió:Me encantó el tema mi querido Ricardo, de verdad que lo haces
de maravilla. Abrazos y mi cariño

Mario Martínez escribió:Hola Ricardo.
Hasta el homenaje a una vieja cantina puede resultar bello si lo iluminan tus versos, amigo mío. me encantó leerte. Un fuerte abrazo.
Mario.

Josefa A. Sánchez escribió:Tu maestría hace arte de cualquier tema y yo lo celebro desde aquí.
Un abrazo.
Pepa

Marina Centeno escribió:Estas narraciones traen consigo la historia de un lugar y de sus habitantes, tratado con la elegancia de tus versos, Poeta, hace del poema una singular belleza. Una belleza que transita y se detiene para apostar su gloria en una esquina. Me encantó, gracias Ricardo por compartir tu arte.
Saludos.
Marina Centeno.