
Como oruga que retuerce serpientes
rozando su destino,
se desagua el tibor de los deseos
al deportar la miel
que pintaba el azul de tu palabra.
Ahora, sin el cobre de tus iris,
sólo añoro la gracia de tu verbo.
No necesito más.
El eco desgarrado de tu ausencia
preñó de rebeldía
las profundas raíces de mis gozos,
y la sed por la llama de tu cuerpo
se apagó con la noche de tus ojos.
En esta encrucijada de relojes,
desangrando silencios,
remos de papel guían las promesas
porque la vida se cubrió de sal
y una caracola bulle en mis oídos
con el celo agostado del olvido.
Sumergido en esclavas resonancias,
renacen entre vidrios los insomnios
porque ya no coinciden nuestros pasos
en el cauce animado de los labios.
Se nos rompió la cuerda
que nos hizo volar como cometas.
*Andros