Soy la Hidra de Sabines
la que busca /encuentra/
diluyéndose bajo lo espeso
de la insípida /gris/niebla.
La amorosa que
amorosamente mata
a la flor del lisonjero
que la alimenta
la que deja sólo fruto seco
en sus labios y no escarmena.
El proclive de la ladera
de un Dios -soy-
con pendientes
y con culpas a mi
diestra.
Juego el juego triste
del amor
el escondite perfecto
de aquél que busca
y no encuentra.
Y me abandono a
mis ganas y desganas
apetitos tan voraces
tan de hiedra
y vuelvo entonces
a buscar….
Lo que ayer
dormía
en mis sueños
habitados
por las esperas.
