EHÉCATL VI, VII

Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle

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deepeye
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EHÉCATL VI, VII

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EHÉCATL

VI

El viento atrapa la movilidad del aire,
la hace suya para arrasar los campos y
esterilizar la tierra; movilidad que es en sí misma
viento, a la vez que el viento, sólo por ser viento,
nos penetra y se nos queda, desaparece; ya otro se crea.
Igual sucede en las regiones de la cara:
el viento contiene al aire, a su vez el aire
contiene las palabras, los aromas, ...las fronteras.
Pero es en la noche, donde las almas se enteran,
estranguladas por la frágil envoltura del cuerpo;
es en la noche, donde la tempestad interna
se reconcilia consigo misma
para hacer del alma aljaba,
medrosa inquietud que navega sonámbula
cediendo a esa espuma que de día se mira roja,
pero ya en la noche -¡ay de mí!- es negra y a veces rosa;
se inyecta en el cuerpo un fluido anestésico
y se estampa en el alma una pesada losa
que coagula las manos
que entorpece los latidos del corazón y seca los labios.
Nadie, por insensato que sea,
se atreve a traspasar los muros que guardan la noche,
porque los ecos que de allá trae el viento,
son como lúgubres sirenas que llaman a la muerte.
Pero no hay tal,
la muerte no existe fuera de nosotros/
la llevamos consigo a cuestas y es -en todo caso- el viento
quien la saca a pasear, a recordarse a sí misma.
Porque en el letargo de la hoguera,
las almas se hacinan, consumidas por sus trinos,
bajo un canto de letanías –todas profanas- acústicamente inconclusas,
invariablemente inconclusas
como si la mente se atorara
en una espiga de trigo endeble/
barrera infranqueable de sueños difusos/
atormentados por la chocante repetición de inicios, siempre iguales/
como topo que no aprende el camino en un laberinto:
vuelve una y otra vez a seguir el mismo rumbo
quizá por que es el camino lo que ama
y no al destino donde este se derrama.

Aviva viento de la noche cada nueva hoguera
y lleva los sueños rotos a su cándida morada
para limpiar las almas de toda su senil ceguera.

VII

Baste detallar los sucesos que se acontecen
cuando el viento –hermano- se precipita
sobre el cúmulo de almas perdidas en la noche/
cuando las hogueras chisporroteando lanzan
pinceladas de color naranja delatando brevemente
su ruta y su hacer como faros en un mar azuloso y profundo;
¿a dónde van las chispas del alma que se apagan
en medio de la oscuridad?
¿llegan a feliz morada?
¡las consume el viento!
Es el viento quien las arranca del corazón,
del núcleo mismo –endémico- de la hoguera
para hacer de ellas amargas marionetas
que como huérfanos enfurecidos lanzan su grito luminoso
antes de perderse en la negrura que es ignorancia;
es el viento quien las aviva y él mismo las apaga
como dudas nacientes del celo amoroso
cuando su materia ya fría
se eleva en interminable columna de residuos tóxicos
como una presurosa procesión de ánimas lustrosas
como una organizada migración de bestias azarosas;
es él, sin duda, quien se cuela por entre los labios
tumefactos del silencio sin tocarlo siquiera;
es él, quien esculpe el rostro del sueño profundo
antes de arrebatarlo y llevarlo lejos,
a las robustas regiones del éter.
Baste decir que no hay noche más oscura
que la del alma –pese a su hoguera-
que por su hoguera misma es raptada
para saber que todo era mentira... la verdad misma.
Continúa...
Administración Alaire
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Registrado: Lun, 19 Nov 2007 12:51

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Sube de la Sala de Espera.
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