EHÉCATL VIII, IX

[deepeye]

EHÉCATL

VIII

Porque hay verdades que se esconden,
que pasan inadvertidas, por ser injertos entre verdad y mentira/
la palabra misma que encierra lenguaje, no sirve
sino para amurallar mentiras en el espacio
donde parecen verdades;
porque a la verdad no hay forma de apalabrarla,
de encerrarla en el espacio / tiempo
de nuestras solemnes debilidades;
no hay forma de entenderla ni hacerla entender
ni con el letrado oído, ni con el torbellino inagotable
del agua que brota desde la lengua;
si todo el paisaje frondoso es verdad, no lo sabemos/
si la belleza de la forma es cierta, no lo sabemos/
si la forma y el espíritu de las cosas no son más que
constructos mentales que intentan atraparlas
tales como el tiempo donde discurren,
nada es verdad –mientras no se demuestre lo contrario/
porque ¿cómo demostrarlo
si las percepciones sólo son reflejo incierto?
son lo que podemos, lo que se no deja ver, oír, tocar, ...sentir/
pero nunca, jamás, estaremos ciertos de su veracidad
¡Esta es la limitación frustrante!
son la forma y la materia, sólo la impresión que nos dan/
entonces no pueden, no deben ser verdad, nuestra verdad
quizá –no lo sabemos- sean verdad, pero sólo para sí mismas
... y si no tenemos acceso a la verdad
¿qué enmohecida suerte de buscarla?

IX

Busquemos pues, mentiras que a todos satisfagan.
Aunque eso no cambia mucho lo que pasa,
pero sería bueno empezar a llamar a las cosas por su nombre
-inventado sí- y no dar un calificativo incierto [verdad]
a aquello que el viento lleva y trae, sea furibunda prosa
o rumoroso verso.
Sólo al viento -del cual sabemos tan poco-
podemos decir que es verdad;
sólo a Dios -del cual sabemos menos-
podemos decir, aún con dogma, que es verdad
... y a nosotros mismos,
que necesitamos ser verdad
para conocer lo demás, que es mentira
y que el viento -inmisericorde- por fortuna se lleva.
Porque al igual que pasa con las palabras
una verdad no puede ser descrita con ellas
tampoco puede la mentira
-así que- para reconocer –parcialmente
por la misma limitación- a Dios
debemos ser verdad
necesitamos ser ciertos de existir
porque en caso contrario nada hay
por la misma limitación
si Dios es mentira nosotros igual;
no puede ser de otra forma:
el viento para ser,
necesita moléculas de aire
y las moléculas, de espacio donde transitar;
la mentira necesita una verdad que la mire
y esa verdad –para existir- necesita de otra verdad
y entre verdad y verdad, se miran recelosas y
por la misma limitación
sólo se metaforizan una a otra.

Continúa...