
Abierto el pecho, con honor ferviente
del noble templo donde Amor consagra
el florido canto de su palabra,
mantiene al alma con su luz ardiente.
Reciente fuego de extendida llama,
brillante estrella que a la Tierra vino
volando en brazos de su fiel destino
al escuchar mi voz que le reclama.
De tu luz argéntea nació la estela,
níveo camino de azucenas lleno
que mis pies besaron con gran cuidado.
Viniste a mí rauda, fuíste gacela,
céfiro cálido de aromas pleno,
que acarició mi rostro enamorado.
*Andros.