
De tanto arañar en el vacío
convertido estoy en isla.
Mis manos, cansadas de contar estrellas
en los abismos de las noches de vigilia,
sangran llamas de silencio
sobre el mapa de frías soledades.
Bebo del ácido recuerdo
como bebe el pájaro sus lágrimas
al encontrar su nido abandonado,
y todo por ti,
por la dureza de tus labios,
por alejarte de mis ojos,
ciegos al fundirse tu lámpara de cuarzo.
Y este sentimiento de cristal
donde yacen todos mis axiomas,
náufrago entre sombras y suspiros,
renace con gótica pasión de sus cenizas
mientras el eco de tu aliento
resbala sus besos de carmín
sobre el reposo desnudo de mis sueños.
*Andros
.