
No dejo de pensar en un poema
que respire la carne de tu piedra,
que busque en tus adarves
el rumor del silencio y la quimera
donde reposa el sueño inimitable.
No dejo de pensar y porque pienso,
me llora el pensamiento
porque no encuentro la palabra justa
que pueda definirte.
Nos queda la caricia de tu verso
y el aire de tu aliento
tan nítido como tu propio nombre,
grano de mostaza, tierna semilla
escondida en el hueco de tu mano.
Envuelto en el azul de tus estrellas,
en esta primavera amortajada,
quiero beber del agua de tu fuente
para calmar la sed,
la sed de amor que brota en tu palabra.
*Andros (24-V-09)