La elección de las musas al azar
determina los rasgos de un poema,
sensación de un momento o arrebato instantáneo.
Impulsos que recorren venas que no son mías,
donde la podredumbre también es madurez,
habiendo sucedido por amor,
ese mismo que estaba y ya no está (Sigue siendo amor)
Es esta catapulta para sentir el peso
de la bondad, en donde todo cuenta
(A veces mataría por algo de ateísmo)
De las veces que dios ha sido mi demonio no hay constancia
ni evidencia, ni fallo,
tan solo abrumadora perspectiva.
Ah, nombre atolondrado, identidad que lava
la conciencia a costa de minarme los estímulos.
Poco a poco el crepúsculo se vuelve necesario
también para contar cristales,
asesinar estrellas, sacrificar realismo
por un poco de convivencia,
de conveniencia, de interés,
de coetáneos que se vuelven más jóvenes
mirando hacia el pasado.
Soy romántico, también hipersensible,
no he culpado jamás a nadie,
siempre se me han adelantado.
Mis pensamientos están en un nivel propicio
para experimentar lo bueno y lo peor.
Tengo dos universos que cuidar,
no dramatizaré ni auxiliaré a nadie como "sparring".
Tengo la sensación de que mis letras
se borran o se tachan las unas a las otras.
Como sucede con el miedo a vivir (Resumiendo ese todo
a veces tan común.)
Porque lo imprevisible solo ocurre
con desconocimiento.
La poesía acapara,
mi peor y también mi mejor faceta.
Y a los que van conmigo,
les confieso que no es casualidad.
Y mi mundo interior se encuentra encasquillado
con el silencio.
Nunca ha conocido, nunca se ha emparejado
con la lógica amarga, pero lógica,
de los que siempre buscan responsables
en todos los sentidos del vocablo.
Si las olas que no llegarán a las rocas
mueren vertiginosamente en altamar,
la duda que tenemos que nos haría sabios,
nos quitaría paz, o simplemente vida.
Lo digo, y no por presumir:
"Todo lo que no sé es por estar sumido en lo mundano."
"Pero no me lamento nunca de la certeza,
solo estoy trasladando mis valores
lo más lejos posible de la cultura humana."