Viento

[Alonso Vicent]

"Al viento no le importa el viento" , los abandonos traen su lluvia con frío de ausencia, los cristales nos muestran el rincón de los adentros.
Un poema que muestra que hasta la tristeza tiene su encanto.
Un abrazo, Alejandro, desde las trincheras otoñales.

[Alejandro Costa]

Un hermoso poema, con ese resquicio de melancolía que deja el amor y que intenta mantenerse vivo en su llama. Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

Gracias, compañero.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Estremecedora la presencia del viento, que añoramos en la calma para seguir en el mar con su manos de hierro dibujando estelas de recuerdos insurrectos en la nostalgia. Estremecedora tu voz, como el viento. Gracias, Alejandro, por la honda sinceridad de tu sentimiento.

Fonda aperta.

Gracias a ti, por estar a mi lado.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

"Al viento no le importa el viento" , los abandonos traen su lluvia con frío de ausencia, los cristales nos muestran el rincón de los adentros.
Un poema que muestra que hasta la tristeza tiene su encanto.
Un abrazo, Alejandro, desde las trincheras otoñales.

Gracias, Alonso.

Seguiremos en la trinchera.

Un abrazo.

[Julio Bonal]

"Todo es viento", qué buen verso, para un poema que se va volatilizando una vez soltadas las hojas en nuestra orilla.

Una abraçada.

[F. Enrique]

Qué hermoso y desgarrador texto. Tiene una voz profundamente humana, con una sensibilidad lírica que se enraíza en la tradición de la poesía amorosa y elegíaca hispana, cercana al tono dolido y luminoso de Miguel Hernández (a quien citas al final con un guiño muy acertado).

Un abrazo.

[Fernando Marcos Rentero]

Con viento, con lluvia o vendaval; eres un romántico empedernido amigo Alejandro, y no puedes remediar (Gracias a Dios), ja, ja. Un fuerte abrazo, poeta

[Alejandro Costa]

"Todo es viento", qué buen verso, para un poema que se va volatilizando una vez soltadas las hojas en nuestra orilla.

Una abraçada.

Gracias, don Julio.

Me alegra saber que así lo has sentido.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Oh, rosa:
espina que hiere con una caricia,
flor sin malicia
que endulza el alma herida
y endulza, inútilmente,
el hueco del corazón vacío.

Ya no hay razón
para abrir los ojos al nuevo día;
ninguna alegría ofrece el pecho.
Al viento no le importa el viento,
y los recuerdos se atrincheran
en el aire exiliado de mi respirar.

Los inviernos son fríos
como el crepúsculo enfermo del verano.
Aún me tiemblan las manos del ayer,
y es tanta la amargura que me habita
como seca está la boca
que aún pronuncia tu nombre.

La miel cae del panal
dejando un reguero de brillo y pena,
mientras las lágrimas trazan su cauce
sobre el rostro de la vida.
Guardo tus letras —cenizas del amor—
en la huida incierta de mi mente.

Todo a mi alrededor es tedio, silencio y fuego.
En la hoguera se consumen los días sin calendario,
las noches sin tu cuerpo,
el hueco inmenso de mi mundo solitario.

Te quise como el árbol ama su fruto,
como la luna reclama sus estrellas,
como el cielo se embriaga de nubes,
y el aire —¡ay, el aire!— suspira por la brisa.

Y ante mí,
mi corazón desencajado,
el alma henchida de dolor,
la palabra amor abandonada en un rincón del tiempo,
mientras el viento golpea los cristales
con su llovizna de adiós.

Al final, todo es viento:
tus promesas incumplidas,
las lágrimas que dejaste,
y el eco sutil de la lluvia
salpicando los cristales.

Salud, paz y felicidad…
si acaso existen lejos de ti.

[Alejandro Costa]

Qué hermoso y desgarrador texto. Tiene una voz profundamente humana, con una sensibilidad lírica que se enraíza en la tradición de la poesía amorosa y elegíaca hispana, cercana al tono dolido y luminoso de Miguel Hernández (a quien citas al final con un guiño muy acertado).

Un abrazo.

Agradezco tus palabras.

El grito final no corresponde al poema. Va incluido en todos mis mensajes.

Es la firma con un verso del poema: "Me sobra el corazón"

Un abrazo.

[Marisa Peral]

Desde que te quise la espuma de las flores fue más sedosa,
como esa espina de rosa que daña con una caricia,
esa flor sin malicia, que te endulza el alma,
para acaramelar el vacío del corazón.

Ya no hay razón para despertar los ojos con la luz del nuevo día,
no existe ninguna alegría que ofrezca el corazón,
al viento no le importa el viento,
y los recuerdos se atrincheran en tu respirar exiliado.

Los inviernos son fríos como el crepúsculo enfermo del verano,
aún me tiemblan las manos desde un ayer que aún perdura,
y es tanta la amargura que mi piel posee
como secos están los labios que aún a los tuyos buscan.

La miel cae del panal dejando un reguero brillante,
mientras lágrimas humedecen el dolor y llenan su cauce,
tengo tus letras guardadas en la huida de la mente,
en el papel que la llama de la vida quemó sin remedio.

Todo a mi alrededor es tedio, silencio y fuego,
y en la hoguera yacen los días sin calendario,
las noches sin tu cuerpo a mi lado,
y el vacío que poseo en mi mundo solitario.

Te quise, como el árbol quiere a su fruto,
como la luna reclama las estrellas,
como el cielo se embriaga de nubes,
y el aire, ¡ah, el aire! demanda la brisa de la primavera.

Y ante mi presencia, mi corazón está desencajado,
el alma henchida de dolor,
la palabra amor abandonada en un rincón de la vida,
mientras el viento precipita las tibias gotas de lluvia en los cristales.

Al final, todo se parece al viento, todo es viento,
como tus promesas incumplidas que arrastró con la fuerza de la pena, de
las gotas de llanto desde que te marchaste,
y el sinónimo de fina lluvia salpicando con sus gotas los cristales.
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He leído varias veces este poema y creía que ya lo había comentado, pero veo que no y aquí estoy, Alejandro.
Y después de intentar acotar y separar los versos que más me gustan aquí están todos, con letra más pequeña pero todos juntitos y acompañados de este Viento favorable.
Es triste, doloroso, incluso desgarrador a veces, pero el amor vuela en cada estrofa.
Felicidades, amigo, es un gran poema.

Un beso.

[Fernando Marcos Rentero]

Amainará el temporal, amigo Alejandro, y el nuevo día, con un sol resplandeciente dará paso a la suave brisa que, aliviará esos momentos de nostalgia. Me encantó el poema. Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Con viento, con lluvia o vendaval; eres un romántico empedernido amigo Alejandro, y no puedes remediar (Gracias a Dios), ja, ja. Un fuerte abrazo, poeta

Soy poeta, Fernando.

Mejor o peor, eso que lo valoren quién sabe y quién me lee, pero soy un soñador nato.

Te contaré algo.

Cuando me casé y me marché de casa, mi madre, las madres siempre están ahí, me dio algo que yo escribí en una Olivetti, cuando mi padre no estaba; no nos dejaba tocarla, de mis locuras, como un intento de poemas, cuyo primero lo escribí con tan solo seis años. Era, obviamente, de un niño, y hoy me pinta una sonrisa en la cara, pero ya tenía en mi cabeza la locura de la poesía. Lo guardo como un tesoro.

Gracias compañero, por estar junto a mí.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Oh, rosa:
espina que hiere con una caricia,
flor sin malicia
que endulza el alma herida
y endulza, inútilmente,
el hueco del corazón vacío.

Ya no hay razón
para abrir los ojos al nuevo día;
ninguna alegría ofrece el pecho.
Al viento no le importa el viento,
y los recuerdos se atrincheran
en el aire exiliado de mi respirar.

Los inviernos son fríos
como el crepúsculo enfermo del verano.
Aún me tiemblan las manos del ayer,
y es tanta la amargura que me habita
como seca está la boca
que aún pronuncia tu nombre.

La miel cae del panal
dejando un reguero de brillo y pena,
mientras las lágrimas trazan su cauce
sobre el rostro de la vida.
Guardo tus letras —cenizas del amor—
en la huida incierta de mi mente.

Todo a mi alrededor es tedio, silencio y fuego.
En la hoguera se consumen los días sin calendario,
las noches sin tu cuerpo,
el hueco inmenso de mi mundo solitario.

Te quise como el árbol ama su fruto,
como la luna reclama sus estrellas,
como el cielo se embriaga de nubes,
y el aire —¡ay, el aire!— suspira por la brisa.

Y ante mí,
mi corazón desencajado,
el alma henchida de dolor,
la palabra amor abandonada en un rincón del tiempo,
mientras el viento golpea los cristales
con su llovizna de adiós.

Al final, todo es viento:
tus promesas incumplidas,
las lágrimas que dejaste,
y el eco sutil de la lluvia
salpicando los cristales.

Salud, paz y felicidad…
si acaso existen lejos de ti.

¿Una réplica?

Bien estructurada, con tu carisma y manteniendo la esencia de mi escrito.

Gracias.

Un abrazo.

[F. Enrique]

A través de ti, vemos un mundo melancólico. Poema muy logrado.

Un abrazo.