En el Paraíso

[Fernando Marcos Rentero]

En "El Paraíso"
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Tengo los ojos clavados en ti
miro tus labios color carmesí,
tiembla mi cuerpo con ansias de amor
y solo al rozarte, creí yo morir.

Acaricio tu piel canela,
y las yemas de mis dedos van leyendo
-como en Braille la hace un ciego-
tus sensaciones más nuevas.

Y voy gozando y aprendiendo
en tu cuerpo de mujer,
saboreando las mieles, de esa fruta prohibida
que tanto tiempo busqué.

Y comparto contigo mis sueños
mis fantasías lejanas,
de esas noches y mañanas
pasadas en soledad.

Y en la penumbra que nos envuelve,
mis manos y labios, tu cuerpo recorren
de la cabeza a los pies,
sin dejar ningún rincón,
humedeciendo tu piel
con el sudor febril de mi cuerpo
que no puedo contener.

Y explotando de amor
se tensa mi piel,
y al cielo le pido, clemencia y castigo
para esa mujer...
¡que me ha robado el alma!
-por eso castigo-
¡que me ha dado la vida!
-por eso clemencia-
que es bien sabido
que, amor compartido
no tene prudencia.

"He mordido la manzana
instado por la serpiente
y, fuera ya del Paraíso, os diré
que, no es prudente
pues... quien lo prueba repite
y más tarde se arrepiente".

F. Marcos

[Alejandro Costa]

Un buen escrito, con versos realmente buenos y rítmicos.

"He mordido la manzana
instado por la serpiente
y, fuera ya del Paraíso, os diré
que, no es prudente
pues... quien lo prueba repite
y más tarde se arrepiente".

Respecto al final, aunque es un cierre muy bueno, te diré que, gracias a Dios, yo no me he arrepentido y con tanto camino ya recorrido, no creo que en el que me quede lo pueda hacer.

Un abrazo.

[Fernando Marcos Rentero]

Hay un dicho popular que reza: "Mas vale que digan, aquí corrió, que, aquí murió". Pero yo, pienso como tu (no somos de naturaleza cobarde) amigo Alejandro. El poema me pidió un final así. Me alegra que te gustara. Un abrazo.