Vagar noche tras noche
—pedigüeña de amor—
perdida en el negro de tus ojos.
Traspasada por miradas hirientes,
camino por calles ya usadas.
Me iría con el primero
Que me acariciase el alma.
PUTA DE AMOR.
El segundo va por la boca.
Quisiera recitarte el mar
ola por ola,
condensar mi cuerpo, y
hacerme beso irremplazable;
en un retal de percal
dibujarte el cielo
y regalártelo,
llegando por un pasillo hecho de barquillo
hasta tus labios.
Recostarme en ti
—regazo ansiado—
sin pesos que mañana
pudieran molestarte.
Quedarme así, lejos y cerca,
sin tanto entierro ni tanto duelo.
Que saberlo no te comprometa,
porque amarte lo elegí
sin medir las consecuencias.
PARA SIEMPRE.
El tercero dibuja tu piel.
Recorro tu piel, como manto de estrellas bajo un claro de luna, y tu mirada me ayuda a elegir el camino de tu cuerpo.
A tus ojos perdidos en el vacío acompañan esas manos de calor suave impregnadas, y vas acariciando mi espalda sobre ti, sin saber siquiera si allí están posadas tus alas.
Mis besos no son más que pompas al aire si no son los que juguetean en tu boca, caníbal.
ENREDARME EN LAZOS TUS RIZADAS Y NEGRAS LIANAS.