Nos perdimos en la cadencia de la pasión,
tu palabra, aún clara,
centelleaba en mi alma y silentes, nos fuimos disipando en el debilitado susurro urbano.
Bajo la luz cenital del equívoco febrero,
un quejumbroso acorde.
No seré tu princesa,
que yo no te quiero príncipe ni Medici,
sino corsario fugitivo.
Nuestra sinfonía de amor palidece en esta tierra
y hemos de encontrar nirvanas que nos conduzcan hasta el torno del edén.
¡Oh! Halley, mi cometa,
llévame sobre las olas,
arrópame de palabras,
sométeme con adverbios,
líbame con adjetivos,
envuélveme con pronombres
y ámame,
amando,
amante,
sin juramentos de amor
pero con todos los verbos.
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© Marisa Peral Sánchez