Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 28 Mar 2024 19:39
No lo sueño,
tampoco lo imagino.
Suena música en el norte de mi costado,
en la imagen repetida en la caspa de la mirada.
Hay que reclamar ayuda cuando te aturde el sudor de un reloj,
cuando la fe es devorada por culebras que anidan en tus fantasías,
cuando ya no cae lluvia sobre las sementeras
ni tropiezan los crepúsculos en los cristales de las ventanas.
Más no sabemos,
no sé qué sucede.
Hay campanas que golpean la sensibilidad de nuestros momentos,
de los míos.
La mente navega en mares con velas de libélulas,
y un carruaje de sentimientos a los que,
unos delfines mágicos hacen de escolta.
Y en ello se nos mueve,
se me mueve el mundo de la fantasía,
aunque otros lo llamen locura,
los psiquiatras lo resuelvan con recetas tormentosas
y los boticarios nos envenenen con sus fármacos.
Pero no entienden,
ni saben luchar contra la verdad.
Yo vivo en constante locura de felicidad.
Mi sillón me abraza,
del techo cae miel con dulce sabor a poesía,
libros de Lorca, Neruda, Hernández,
descansan junto a un vaso de agua,
junto a un cenicero afónico,
acompañando la mirada,
de unos ojos,
que, en su demencia,
tan solo ven la hermosura de un poema.
Y aún,
entre silencios,
halos de sol serenos,
mis amigas, las arañas,
protegen con su red,
las columnas de los castillos, donde ordenadamente,
forman los ejércitos de los grandes filósofos de la belleza.
Y los galenos no lo entienden,
siguen entintado recetas.
¡Qué guarden sus fármacos los boticarios!
Nuestra receta son los versos,
mi receta son los versos,
nuestro fármaco,
mi fármaco…, la poesía.