Toda verdad corre el riesgo de ser modificada por el tiempo. Hasta la idea de Dios nos hace dudar siguiendo el curso de los acontecimientos. Hoy creo, no sé si volveré a dudar o no creer.
Un abrazo, Pilar, muchas gracias.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Pilar Morte escribió:Magnífico poema que te lleva a releer y disfrutar poesía. Me gustó mucho.
Abrazos
Pilar
Rafael Valdemar escribió:Enrique intenso e interesante me llega el mensaje de este gran poema que has escrito. Lo disfruté leyendo
saludos
rafael
Rafel Calle escribió: ↑Vie, 25 Dic 2020 7:36 Aprovecho este poema que me parece uno de tus grandes logros.
Gracias, Rafel, es un poema raro, una irreverente bofetada al estilo.
Un abrazo.
enrique sanmol escribió: ↑Mié, 03 Mar 2021 19:03 Aquella fotografía del niño ahogado en una playa cuando su familia iba en busca de un futuro pareció revolver algunas sensibilidades y conciencias... pero fue un espejismo, en esta sociedad, en estos tiempos modernos, todo es efímero. Hasta el viejo Lou y la dulce Jane, lo son, a pesar de que esas canciones pervivan en nosotros durante un tiempo.
Me gusta este poema que eleva la gran fuerza de la vulnerabilidad. Su formato no podría ser otro. Manejas esta potencia del sueño y la frustración con gran arte.F. Enrique escribió: ↑Jue, 12 Sep 2019 20:05Y de repente parecía que aquel mundo podía acercarse a nuestras manos, que había un lugar para nuestro sueño en el marasmo de las multitudes, que florecía la tarde cada vez que sonreías. ¿Por qué lo hacías tan poco cuando yo te miraba? ¿Por qué llegó la noche sin percibirlo apenas? ¿Te dije alguna vez que si hubiéramos podido ir a Nueva York la Estatua de la Libertad se habría arrodillado ante ti?
(Conversaciones con Laura)
Somos cartas sin norte esparcidas en el viento,
islas sin recuerdos en un archipiélago aislado,
una rosa sin pétalos en el jarrón del olvido,
un grito en las tinieblas,
somos la mirada abstracta
de un sueño figurativo que no ha nacido,
el despertar de un monstruo inocente que muere
entre las pesadillas del hombre de la calle.
Ya conozco los latidos de estos tiempos modernos,
ya he bebido la sed de un amor
que no brilla ni se apaga,
se derrumbaron los muros, me dijiste,
pero sigue la barrera entre tú y yo
cuando hablamos del silencio,
de las incomunicaciones telemáticas,
de tu tarjeta sin firma que se pierde
en la nube querida de la infancia.
Somos la arena violenta que golpea
en el rostro de un niño dormido para siempre
en el cementerio de la playa,
aquellos que no escuchan a los muertos
que vagan por los periódicos,
llegamos siempre tarde al último combate
sosteniendo en los ojos que se cierran
una sonrisa amplia que bendice
los fusiles de la gloria, la libertad encadenada,
el hacha sin mango que agita el guante del verdugo.
Ámate a ti misma, Laura; tengo la seguridad de que encontrarás a mucha gente que te quiera, pero cabe la posibilidad de que no encuentres a nadie que te ame. Todos queremos compartir la gloria de Occidente, pero solo unos pocos amamos su vulnerabilidad. Si encuentras a alguien bueno que te ame, aunque solo sea un poco, gozarás en cinco minutos lo que los perversos no disfrutan en toda una eternidad, por mucho polvo que dejen en la vereda, o sea, camino sin camino.
(13 de mayo de 2019)