Lágrimas

[jose manuel saiz]

LÁGRIMAS

Son cualidad humana
y, sin embargo, no nos pertenecen.
Nos escogen, igual que escogen
los rostros afligidos de las Vírgenes,
los camposantos,
los andenes;
y toman por consigna nuestros ojos
poco antes de nacer.
Aguardan su momento
y brotan dando nombre a cada herida.
Las más amargas dicen padre, madre,
marido, esposa, hijos;
otras dejan su impronta en las mejillas
y ostentan la palabra amigo, perro…
o diluyen algún perdido amor.
Aparentando ser las mismas
algunas veces caen al suelo equivocadas
de emoción,
a causa de un encuentro afortunado,
algún crepúsculo encendido
o de un extraordinario acontecer.
Ayudan a soportar las sombras
que asolan este mundo.
Nos buscan y se asilan a nosotros
en tiempo y número acordado.
Si la primera fue antesala
de la vida,
la última se aproxima a nuestro adiós.
No es bueno reprimirlas
(y resulta, además, errado).
Anoche me tragué una lágrima de orgullo.
La siento dando vueltas por el pecho,
desorientada…
Hoy me duele algo más que el corazón.

--oOo--

[Alejandro Costa]

Perfecto, José Manuel.

Las lágrimas forman parte de nuestra vida desde que nacemos hasta que morimos.

Por desgracia, suelen ser más por pena que por felicidad, siempre están ahí.

Me ha gustado, sobre todo, el verso final.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Pilar Morte]

Me alegra leerte de nuevo, con este poema tan hermoso, que a todos nos acontece. El final lo has bordado. Un placer leerte.
Un abrazo grande

[Ana Muela Sopeña]

Qué bello, José Manuel:

Es como si las lágrimas tuvieran vida propia. Seguramente es así.

Todo en el poema es conmovedor. Aprendo de este poema.

Me ha encantado tu manera de tratar el tema y el lenguaje tan delicado.

Felicidades
Un beso
Ana

[jose manuel saiz]

Muchas gracias amigos por los comentarios.
Un abrazo.
J. Manuel

[E. R. Aristy]

LÁGRIMAS

Son cualidad humana
y, sin embargo, no nos pertenecen.
Nos escogen, igual que escogen
los rostros afligidos de las Vírgenes,
los camposantos,
los andenes;
y toman por consigna nuestros ojos
poco antes de nacer.
Aguardan su momento
y brotan dando nombre a cada herida.
Las más amargas dicen padre, madre,
marido, esposa, hijos;
otras dejan su impronta en las mejillas
y ostentan la palabra amigo, perro…
o diluyen algún perdido amor.
Aparentando ser las mismas
algunas veces caen al suelo equivocadas
de emoción,
a causa de un encuentro afortunado,
algún crepúsculo encendido
o de un extraordinario acontecer.
Ayudan a soportar las sombras
que asolan este mundo.
Nos buscan y se asilan a nosotros
en tiempo y número acordado.
Si la primera fue antesala
de la vida,
la última se aproxima a nuestro adiós.
No es bueno reprimirlas
(y resulta, además, errado).
Anoche me tragué una lágrima de orgullo.
La siento dando vueltas por el pecho,
desorientada…
Hoy me duele algo más que el corazón.

--oOo--

Se agradece poder llorar, querido José Manuel. Gracias por este poema que limpia y alivia el alma. Recibe mi abrazo sincero, Roxane.

[Carmela Viñas]

Cautivantes son las lágrimas como tu
bello poema, José Manuel.
Ellas expresan,sanan, purifican.
Un placer leer tus versos.
Abrazos.

[Gustavo Cavicchia]

Es como gritar, también alivia el llorar.

[Raul Muñoz]

Muy bello poema, José Manuel. Se va deslizando con emoción consentida. Y el cierre logra llegar al epicentro de la granada emoción. Nos eligen, qué cierto. Me gustó leerte de nuevo. Gracias por compartir.

Un abrazo.