a las cosas que no lo merecían,
y he arrojado ya tantos pensamientos
que en verdad toman forma de personas,
de puentes que las unen,
de cadáveres frescos en cunetas,
porque esos condenados, aquellos miserables
se revuelcan aún en mi inconsciente,
y a todos mis delirios los indulto.
Ahora bien, me cuestiono muchas veces,
nada tengo que ver con mi apariencia.
“Vivo con la cabeza erguida del orgullo
por sumirme en trincheras mentales.”
Sacar algo a la luz,
compartir lo que soy,
no es sino deshacerme.
No hay castillos en el aire,
¿dónde están?
El viento se los lleva antes de que aparezcan.
Por Dios, que mi mirada no los busque.
Ni los tire.
Ni monte su cortejo.
He seguido una única tendencia.
No soy contradictorio.
Actúo como un tonto,
pero estoy aprendiendo a deshacerlo.
Lo estoy pidiendo a gritos.
Ustedes no los oyen.
Son muy inteligentes.
Creo que vociferan todo el tiempo,
buscan mi mente entre las sombras,
de mi boca al cerebro,
y se estiran y dilatan realidades
en las que emparentar su piel con mi mirada.
Yo me dejo llevar por el ruido…
No conozco el silencio,
siempre sueno a dos voces
totalmente dispares.