
Un siervo sordo y ciego cavila con sigilo,
un cirio desposado por la llama, se eleva,
o desciende,
según el virtuosismo de las huellas,
que a todos nos secunda,
como agua que humedece la luz de las promesas,
se cumplen nuestros ritos,
y se engrasan las máquinas que operan, reproducen,
la voz de las caricias, la duda, el pensamiento,
con perfección y caos,
ah, constante y tenaz,
sitio, arte de infinitos,
donde gestar la historia de mi mente,
llévame ah, contigo, adonde te forjaron,
lejos de la tortura, mecanismo,
allí donde no escuche el movimiento,
allá donde las almas cambien de apariencia.