en el Amigo que mira por la ventana el paso de los niños
porque ya no puede seguir su huella
aunque nunca llegue tarde a una cita
y recorra la Isla Verde
con los remos astillados para seguir resistiendo...
(Lluvia de primavera)
por qué temblamos ante la memoria del amor más tierno,
por qué sentimos angustia al perder lo que creíamos nuestro;
nadie me enseñó a perderte, pero solo aprendí,
y no sé cómo atravesar el ritmo de los deseos irrealizados.
No conocemos las paredes que nos separan,
las disputas que hay detrás de una sonrisa,
en las contradicciones de un poema,
la soledad de perder el último autobús que cruza la frontera.
Todo es importante y vano al mismo tiempo,
todo nos arrastra y nos deja inmovilizados
ante la imagen de una herida
que no remite ante el peso de los años,
y levantamos un muro de sombras
que se enamora del silencio
que se mueve proceloso ante nuestra fragilidad.