
El sol te da en la cara,
nos sacamos fotos sin flash,
bajo un árbol, o dos, o los que sean.
El tiempo respira rápido en tu boca y tus mejillas.
La hora de la despedida se aproxima
como si fuera un aspaviento.
Miro el smartwatch que me regalaste incontables veces.
No precisamente porque sea bonito.
No precisamente porque tú seas más bonita aún.
Tengo miedo de que te vayas.
No te lo digo, pero hablo poco.
Eres lo mejor que induce mis nervios, mi silencio.
El tic de mis piernas se dispara y no dejo de pisar el suelo.
Estamos sentados en un banquito enfrente de la estación.
Tú me acaricias y me das fuerzas.
Yo tengo los labios y la lengua frenados.
No doy ni un beso a derechas.
No doy nada.
Lo único que llevas en tu maleta quizá sea una red de sentimientos.