
Las rosas me miraban con ruido
cuando tus manos secas contraían mis órganos,
como una primavera con orquesta,
caricias sin paredes ni dictado.
Ejercicios del tiempo,
años de entrenamiento en ilusiones,
revelaron la luz, ya nos teníamos
como el cielo a la luna.
Quise subirme al viento a través de tus huellas,
quise dejar mis huesos burlar la multitud,
como fianza, finanza, confianza.
Hasta decir te quiero,
los obstáculos eran ese todo absoluto,
donde se me colgaba el alma
y desaparecía.
Planté cara a problemas, también los puse caros,
no tuve que romper ningún contrato, supe
en aquella ocasión,
que realmente eso sí era una ocasión
para amarte.
Hasta el silencio estuvo de mi lado,
la luz se hizo más luz,
el mundo era más mundo,
y tú eras tan tú como quererte.