Adicción
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
- Arturo Rodríguez Milliet
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Adicción
Había salido de su casa hacía apenas cuatro días y estaba por abordar el sexto vuelo, estas giras de supervisión trimestral que le había asignado la empresa la afectaban terriblemente, no tanto por la fatiga, que sin duda sentía, sino por la abstinencia. Aún sabiendo que en un par de días se encontraría con Phillippe en Niza, se le hacía cada vez más difícil la espera.
Suele comenzar al final del segundo día: leve jaqueca, palpitaciones, sudoración profusa, discreto temblor y voz jadeante al tratar de controlar la hiperventilación. Luego sigue lo más intenso: se congestionan sus pechos, los pezones se yerguen y se inicia una interminable serie de incómodas contracciones vaginales, acompañadas de una profusa lubricación que la obliga a cambiar varias veces el protector de sus pantys.
Recordó cómo lograba calmar esos episodios al principio. Era tan evidente su excitación que todos los hombres –y algunas mujeres– comenzaban a mirarla lascivamente. Elegía entonces la mirada más lujuriosa y se entregaba a ella en ritual exhibicionista: subía su falda, entreabría las piernas, bajaba el descote y sabiéndose observada, comenzaba a contraer y relajar rápidamente los músculos de la pelvis por espacio de un minuto, luego se detenía y esperaba los espasmos involuntarios, que ahora sucedían más frecuentes e intensos. Sin dejar de mirar al desconocido de turno, repetía la maniobra hasta lograr un orgasmo espontáneo, sin siquiera un roce externo. Se trataba de paroxismos breves, poco intensos, pero suficientes para disminuir la tensión sexual, al menos por un par de horas. Poco a poco, este recurso de éxtasis auto administrados se fue agotando, al punto que ahora, en vez de alivio, generan un incremento voraz del deseo, una imperiosa necesidad de ser penetrada, de colmar plenamente su vagina por una presencia viva, palpitante, irreverente “… favor abordar el avión por la puerta de embarque número 14” –alcanzó a escuchar remotamente–.
Todo cambió cuando entró al grupo de terapia y conoció a Phillippe. Tenían el mismo problema, pero al unirse dejó de serlo. La fórmula resultó sencilla, sexo al levantarse todos los días antes de salir al trabajo y contener el deseo solo hasta la noche, cuando lo hacían dos, tres o cinco veces (cuatro era un número prohibido) y los fines de semana, sin límites ni normas, cada vez que uno deseaba el otro complacía.
Está por terminar el cuarto día (mal número) y los síntomas comienzan a tornarse molestos. Sentada en la sala de espera trata de relajarse, pero las gotas de sudor caen desde su cuello aumentando la transparencia de su vestido. Al otro lado del pasillo, una mirada la desnuda con absoluto descaro. Al percatarse, el rubor la enciende y en automático inicia el ritual: sopla sus pezones ya erguidos, permite que su falda muestre el bronceado de sus piernas cruzadas y bailotea el agudo tacón de una sandalia que apenas cubre la desnudez de su pie. Detiene el descenso de una gota de sudor entre sus pechos y con ella se humedece los labios, luego, desvía furtivamente su mirada hacia los lavabos, la fija nuevamente en quien la observa y con movimientos felinos se dirige directo al servicio de los discapacitados.
No tardó en entrar el improvisado amante. Sin mediar palabras la ciñe por la cintura, ella, arqueando su torso se entrega y lo recibe sin más con un primer orgasmo. Se inicia un beso profundo, sin sutilezas, ávidamente, una lengua carnosa repta cada exquisito resquicio de esa hembra lujuriosa que invita al brutal apareamiento. De los íntimos pliegues manan generosos los fluidos, uñas y dientes libran desaforada batalla urgidos de posesión. Finalmente, unas manos grandes y fuertes logran ejercer dominio absoluto en sus caderas, hunde seguro sus dedos en la carne firme de sus nalgas y la empuja contra su febril protuberancia. De un solo tirón le arranca las bragas y ella alcanza jadeante el segundo orgasmo, el tercero se produce apenas la penetra y el cuarto, en la penúltima embestida de Phillippe. Cuatro, es un número no permitido…
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
- Óscar Distéfano
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Re: Adicción
Un abrazo, amigo.
Óscar
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Re: Adicción
Una obra exquisita que merece más de una ovación.
Cautivas al lector de inmediato y lo mantienes en vilo hasta ese número par cuatro, no permitido.
Exquisita la propulsión narrativa y riquísimo el mundo descriptivo.
Hay universalidad en el lenguaje, el tema es llevado a la literatura con fina erudicción.
Inspirada en esta obra tuya voy a intentar un relato llamado Adicción también.
Abrazo enorme, querido amigo.
un lobo alumbrando a su manada, recorriendo el mundo pintándole un bonito cielo."
Origen y progreso, Ventura Morón
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Re: Adicción
Bien escrito el relato; revisaría las tildes, algunas faltan.
abrazo
Jorge
- Arturo Rodríguez Milliet
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Re: Adicción
Gracias querido amigo, por tu siempre grata visita yÓscar Distéfano escribió:Me gustó. El relato es ágil, interesante y valiente. Sin caer en lo pornográfico, describe escenas muy eróticas. Un texto limpio, cohesionado, que agrada leer.
Un abrazo, amigo.
Óscar
la generosidad de tus comentarios.
Un abrazo.
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
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Re: Adicción
Gracias mil.
Abrazos.
Aquí te dejo el enlace:
http://www.editorialalaire.es/foro/view ... =3&t=33989
un lobo alumbrando a su manada, recorriendo el mundo pintándole un bonito cielo."
Origen y progreso, Ventura Morón
- Arturo Rodríguez Milliet
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Re: Adicción
Hallie Hernández Alfaro escribió:Un relato extraordinario; acabo de leerlo por primera vez.
Una obra exquisita que merece más de una ovación.
Cautivas al lector de inmediato y lo mantienes en vilo hasta ese número par cuatro, no permitido.
Exquisita la propulsión narrativa y riquísimo el mundo descriptivo.
Hay universalidad en el lenguaje, el tema es llevado a la literatura con fina erudicción.
Inspirada en esta obra tuya voy a intentar un relato llamado Adicción también.
Abrazo enorme, querido amigo.
Gracias Hallie, querida amiga, por tu reiterada y generosa presencia en mis atrevimientos.
Un cálido y afectuoso abrazo.
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
Re: Adicción
Un abrazo y salud
- Arturo Rodríguez Milliet
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Re: Adicción
Muy agradecido por tu paso y comentarios. Un abrazo.Jorge Busch escribió: ↑Mar, 28 May 2019 13:46 Bueno... la verdad es que no conozco toda esta sintomatología que describes en forma tan realista, pero admito que tu descripción me resulta muy plausible dentro del contexto que sí conozco. El tono casi quirúrgico de tu exposición le resta emoción: no me resulta excitante; doy por descontado que tampoco lo quisiste.
Bien escrito el relato; revisaría las tildes, algunas faltan.
abrazo
Jorge
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
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Re: Adicción
Buenísimo.... a mí; me resultó excitante y porno del mejor...
Excelente
Un abrazo