Ácidos nucleicos es el resultado de la indagación en mí mismo, a través de la poesía. En su momento, mientras escribía, no era consciente de la transformación que en mí operaba. Con el paso del tiempo, tomando distancia, comprendía dicho proceso. Es entonces, cuando agrupo los poemas; veo la unidad orgánica de todos ellos. Una vez pasada la perplejidad, tras la impresión de haber sido, de alguna manera, arrollado o raptado por la poesía, era el momento de la reflexión. Aparece la idea de la vinculación del acto poético, la creación, con los mismos fenómenos de la naturaleza. La realización de uno mismo en la creación poética, en este caso, confluye en la comprensión íntima y profunda de la no dualidad. Solemos percibirnos separados, pero no hay tal separación; no hay dualidad; la realidad es no dual. Nosotros percibimos bacterias y virus, por ejemplo, sin comprender que estamos constituidos por esos mismos virus y bacterias, es más, en realidad, somos lo mismo; simplemente está habiendo una manifestación de formas en los procesos de la naturaleza. Esta idea sigue el poemario, pero no desde una reflexión abstracta, sino que es la misma vivencia la que lleva a la idea; antes está el aprendizaje por la experiencia directa.
Comienza con cuatro citas. Donde se resalta, que virus y bacterias son la misma vida, nosotros mismos, no somos algo separado de ellos; el proceso de la vida es dinámico y se autoorganiza, no hay una parte o pieza protagonista o directriz, sino que todo se mueve en su conjunto con inteligencia ( holismo, procesos de emergencia ); entendido esto desde la conciencia, todo en su conjunto es el sí mismo que se realiza a sí mismo, esto es en el plano de la metafísica, la búsqueda de dios, o la transcendencia, y, entendida de esta manera, no hay nada separado de nosotros que tengamos que encontrar, sino que somos eso mismo; vivida subjetivamente, esa inteligencia operando, una vez percibida, si se la vive como algo exterior a uno mismo, resulta inquietante, incluso aterradora, como vemos, por ejemplo, en el libro de Solaris.
La obra de creación, de alquimia, pone en movimiento la simbología íntima del autor. Siempre me interesaron las cuestiones de la ciencia, sobre todo la biología. Desde muy niño quedé fascinado por el mundo microscópico: pasaba horas mirando por el microscopio, tratando de ver lo que no es visible a simple vista. Hacía cultivos con heno, luego observaba los microorganismos. La primera vez que los vi fue algo alucinante.
Queda así vertebrada la obra que presento. Ahora serán los lectores quienes encuentren o no algún sentido, estética o belleza. En todo caso, aunque solo mueva a cierta curiosidad e inquietud por la razón del ser, de la misma naturaleza, es más que suficiente.
FRÍO
El espíritu pegado a los huesos
la carne troceada por los días
el charcutero que ríe a carcajadas
y con su enorme cuchillo
apaga todas las luces;
y aún me abrazas suplicando
que no te abandone;
no comprendes la rendición
no amamantas una desdicha
te abandonas a las palabras;
cuando ya no estoy
ocultas el cuchillo
enciendes la luz
revuelves espejos
soñando la blancura
de un copo de nieve,
tan vacío, y tan puro,
rodeas un imposible
quieres redimir al frío.
Espero que sea del agrado para quien lo lea.
Un abrazo.