Fulgor
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
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Fulgor
y lenta, la tarde se refugiaba
en el silencio de las olas
mientras las aves,
recortadas contra el cielo,
planeaban en círculos entonando
su último canto del día.
Desde la roca donde recientes resonaban
los ecos de risas y juegos infantiles
las gaviotas se contraían
para afrontar la vigilia de una gélida noche.
En las casitas de los pescadores
el fogón encendido
calentaba el pobre caldero
de la cena comunitaria.
Como en un juego de niños,
las redes, ya recogidas,
soñaban con la pesca
del día siguiente y los peces
con evitar caer en su trampa.
Esclavas del deseo,
las luces del faro
y la mirada titilante de los ángeles
buscaban la sombra de una sirena.
Sin mácula, todo era como el cielo
y la mar amantes -las estrellas
trataban muy bien a los marineros-,
como el susurro del aire cristalino,
como la playa desierta y su orilla
suavemente acariciada por las olas.
Aún no se había conjurado la ronca niebla.
- Antonio Urdiales
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Re: Fulgor
Un abrazo.
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Re: Fulgor
Gracias, amigo y admirado poeta, por las elogiosas palabras que dedicas a mi humilde poema.Antonio Urdiales escribió: ↑Mar, 01 Nov 2022 9:36 Precioso el ocaso que describes, amigo Francesch, en este bonito poema que une la bondad del mar y el cielo estrellado.
Un abrazo.
Un cordial saludo.
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Re: Fulgor
Un placer leerte.
Abrazos
- Marisa Peral
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- Registrado: Mié, 30 Jun 2010 19:06
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Re: Fulgor
Precioso, te felicito y te doy las gracias por este buen rato.
Abrazos.
Marisa Peral Sánchez
- Mirta Elena Tessio
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Re: Fulgor
Me encanta tu mar, còmo lo descrbes y me quedo golgada del fulgor..Francesch Vicent escribió: ↑Lun, 31 Oct 2022 11:42 Ardía el mar como un fuego azul
y lenta, la tarde se refugiaba
en el silencio de las olas
mientras las aves,
recortadas contra el cielo,
planeaban en círculos entonando
su último canto del día.
Desde la roca donde recientes resonaban
los ecos de risas y juegos infantiles
las gaviotas se contraían
para afrontar la vigilia de una gélida noche.
En las casitas de los pescadores
el fogón encendido
calentaba el pobre caldero
de la cena comunitaria.
Como en un juego de niños,
las redes, ya recogidas,
soñaban con la pesca
del día siguiente y los peces
con evitar caer en su trampa.
Esclavas del deseo,
las luces del faro
y la mirada titilante de los ángeles
buscaban la sombra de una sirena.
Sin mácula, todo era como el cielo
y la mar amantes -las estrellas
trataban muy bien a los marineros-,
como el susurro del aire cristalino,
como la playa desierta y su orilla
suavemente acariciada por las olas.
Aún no se había conjurado la ronca niebla.
Veo una suaven sensualidad en algunos versos.
Gracias por compartir tu bello poema.Abrazote poeta.
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez