
Siento muy hondo cómo brota el manantial de la sangre,
cómo se encienden los latidos de la tristeza
palpitando sobre el pecho secretas añoranzas
que tratan de escapar de la tupida telaraña de las sienes.
Con la frente febril poblada de luces de resinas,
oculta la profunda raíz de los recelos
tras el quicio varonil de una mirada sin orillas,
se decapa el barniz brillante del reposo
al bruñirse los iris de la sed con festón de carne viva.
Limpias van mis manos sin garras en los dedos
con la esperanza abierta a nuevos ventanales,
porque tengo estíos de pasión en los costados
y la cálida ternura que me fluye sin cesar de la garganta
se extiende más allá de las olas danzantes del zodiaco.
Pero aún existe en el leño reseco de mi verbo
el vértigo espiral que convoca la ancha herida.
De ella,se abona sin esfuerzo la locura
que pinta calaveras de silencio en mis paredes
haciendo naufragar el capuz que enluta los cósmicos deseos
por el proceloso mar donde se hierven los recuerdos.
*Andros