La fatiga,
el temblor de las manos,
el cansancio del ojo y del oído,
la merma cognitiva
de la mente,
son señales que auguran
el físico declive de los hombres.
Cada hora hiere, dicen...;
y la última
es siempre la que mata.
En ese punto, muchos se preguntan
qué habrá más allá
de esta vida.
No es raro estremecerse,
empezar a temer por el mañana
y ampararse en las cosas
del ayer.
Vivir en el ahora,
como lo hacen los peces y los niños
–sin miedo, día a día,
plenamente–
hará que no haya edad
ni momento más áureo, más hermoso,
ni tiempo más sublime
que el presente.
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