Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ana García
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Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

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¡Oh inmensos vacíos,
espejos eternamente repetidos
de almas, cristales,
diamantes que vomitan luz roja!


Para describir con detalle tendría que observar la vida con mirada microscópica. Tendría que saborear cada esquina, concentrándome en cada una de mis papilas gustativas. La amargura de un muro desconchado, el sabor salado de un bordillo, la líquida desesperanza de un charco de gasolina, el sabor agridulce del arcoíris que se refleja en él si muevo la cabeza, o guiño los ojos atrapando un rayo irisado que se refleja en un parabrisas sucio.
Describir con detalles es imposible a menos que me sumerja en cada fibra microscópica, alzando átomos y moléculas en mis manos. A menos que sostuviera cada uno de los campos magnéticos que polarizan la luz que nos ilumina incluso en sueños.
No podría señalar con palabras el ritmo de una respiración entrecortada. No podría contar las grietas de los adoquines que piso sin darme cuenta. Describir con detalle una estancia es tarea imposible. Porque nadie me ha enseñado a acariciar con ternura el talle de una esquina, ni a dejar caer mis sentidos a los pies del enchufe que espera quieto en un rincón.
Debería saber escuchar cada uno de los latidos de los que se inclinan sobre su folio en blanco. Debería describir el sonido de sus bolígrafos, el sonido de sus anhelos. Tendría que inventar todos los posibles momentos que han quedado recogidos entre las paredes y las cortinas, recoger una a una las ausencias de los que ni siquiera han llegado a poblar con sus presencias mi habitación.
Es imposible. Aunque más de una vez lo he intentado. A la desesperada he llegado a describir el paso consistente en dejar de respirar por un segundo. Un mísero instante de respiración cortada. El aire contenido, apresado en mis pulmones. Los alvéolos desnudos a mi mirada de bisturí, las venas dilatadas en el esfuerzo. Cómo se detienen mis células en ese preciso instante que intento describir.
Pero se revela el momento y me desbarata las líneas, cruzándolas entre sí, hasta convertirlas en un garabato crispado. Un mísero garabato cincelado a golpe de furia. Y he descrito habitaciones. Una habitación vacía. Como única descripción.
La nada no puede ser adjetivada, porque de hacerlo se va llenando hasta exprimir cada uno de los poros de la no existencia. He descrito a personas. Inventadas o existentes, porque al fin y al cabo es lo mismo.
Me he matado por describir los destellos de miradas, de todas las miradas que me han acompañado en mi vida. Pero describir unos ojos es difícil. Me puedo entretener en el iris, y contar cada uno de los sueños que encierran sus vetas. Puedo ofrecer una descripción metafórica, e imaginar que es un pentagrama circular.
Cualquier cosa.
Puedo perderme en la negrura abismal de la pupila, y navegando por ella encontrarme navegando en los humores vítreos de aquellos ojos que me miran sin saber que yo navego en ellos. Desde la parte más espiritual hasta el espacio físico que contienen y apresan.
Hace años me propuse describir una postal. Era bonita. Y eso era lo único que se me ocurría decir. Entonces decidí mirarla de canto. Y me entretuve escribiendo acerca del borde tan mellado que presentaba. Y la miré de manera que podía observar las huellas de mis dedos marcadas en su parte lisa y pulida. Mis huellas y las del cartero, y las de la persona que la envía, y las de mi madre que me la entrega, y las de mis hermanos que la arrebatan por saber si es de un chico.
Y entonces pienso que describir un hecho es imposible. Tal vez lo sea para mí por pretender encadenar todos y cada uno de sus matices; apresarlos y atarlos con una cinta. Luego me digo que no puede ser tan difícil.
Describir con precisión es adentrarse en el alma de lo que te rodea. Sentir como siente una piedra. Sentir como siente el viento. Sentir como siente la habitación desnuda. Sentir el agobio de la postal rodeada de otros cientos de cartas mataselladas. Saludos con destinatario y sellados desde cualquier parte.
Describir es desvelar la sucesión de los momentos; desvelar el misterio de lo que nos rodea, ser cirujano del discurrir de cada día.
Si describiéramos más a menudo con detalle la rutina dejaría de existir. Porque no hay dos cosas iguales. Ni dos momentos. Ni siquiera dos vidas. Por mucho que se parezcan.
Describir es hallar la solución de un límite oscilante, que a veces parece converger en un punto más allá del futuro inexistente, y que a veces diverge hasta perderse en unos ojos que te observan.
Si describir con mano fría y calculadora consiste en analizar con detenimiento lo que me rodea, si consiste esencialmente en diseccionar la vida hasta perderse en sus entrañas, si es simplemente descomponer en lo mínimo cualquier detalle…
Si eso es describir, me niego.

Si respiras la nada,
puedes adentrarte
en las grutas del silencio absoluto,
donde la luz no existe,
ni tan solo el pensamiento.
¡Te invito a beber de la nada!
Podrás ser algo.


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Jaime Araos
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Re: Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

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La descripción exhaustiva tiene algo de arma arrojadiza, algo de tifón al acecho. Lo advertimos casi al instante. Puede aportarnos la información que buscamos o, también, atraer nuestra atención hacia un punto exacerbado, a lo mejor a un dato de infeliz memoria.

La eternidad de lo marchitable consiste en que sucede sin renuncias ni miramientos por su ocaso. Esa es su maravilla. Es como lo de aquella imagen poética, tan cara a los ingleses, que dice que las estrellas "miran hacia abajo". Es decir: no pueden dejar de estar presentes, y, sin embargo, en su permanencia, son las que más acusan el olvido.

Hay entre líneas una intuición acerca de un posible desciframiento de la realidad. Puede que plantee que eso no existe, o, que si lo hay, merece tan poco la pena que sería preferible asentarse en las ásperas tierras de Helheim.

La voz aquí descrita se abre al lector como una herida de larga data. Es íntima, corre caliente por las venas. Siente las cosas como un sismógrafo las raíces de la tierra. Más que como pruebas de agudeza, nos ofrece esos atisbos de sus ojos al modo de un testimonio transeúnte.
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F. Enrique
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Re: Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

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La gente no lee en estos días y cuando lo hace se deja llevar por las prisas, como si una obra solo tuviera el valor de un instante, no pudiera proyectarse a un mañana. La cosa empeora cuando hablamos de poesía, casi nadie la ama porque no quiere conocerla, apenas hay coplas en la calle, eso que hacía que, incluso iletrados, pudieran apreciar la hondura de Bécquer o Machado.

Nunca fui partidario de los comentarios de texto ortodoxos, pero sí de una lectura reposada que posibilitara sopesar lo que un autor perseguía y lo que consiguió. Muchas veces comprobamos que, por suerte, al autor se le iba de las manos la criatura y creaba referentes universales a raíz de analizar lo que la vida le mostraba en su vivir cotidiano. Hemos vuelto a la España de los turnos de partido y, en cierta forma, tenemos una dictadura encubierta pactada, en un principio, por cuatro años. De otra forma no podemos entender que Mambrú se fuera a la guerra de Irak o que hayamos traicionado al débil pueblo saharaui para ganarnos las simpatías de un tirano.
No soy de aquí ni soy de allá.
(Facundo Cabral)
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Ana García
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Re: Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

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Jaime Araos escribió: Sab, 25 Jun 2022 6:04 La descripción exhaustiva tiene algo de arma arrojadiza, algo de tifón al acecho. Lo advertimos casi al instante. Puede aportarnos la información que buscamos o, también, atraer nuestra atención hacia un punto exacerbado, a lo mejor a un dato de infeliz memoria.

La eternidad de lo marchitable consiste en que sucede sin renuncias ni miramientos por su ocaso. Esa es su maravilla. Es como lo de aquella imagen poética, tan cara a los ingleses, que dice que las estrellas "miran hacia abajo". Es decir: no pueden dejar de estar presentes, y, sin embargo, en su permanencia, son las que más acusan el olvido.

Hay entre líneas una intuición acerca de un posible desciframiento de la realidad. Puede que plantee que eso no existe, o, que si lo hay, merece tan poco la pena que sería preferible asentarse en las ásperas tierras de Helheim.

La voz aquí descrita se abre al lector como una herida de larga data. Es íntima, corre caliente por las venas. Siente las cosas como un sismógrafo las raíces de la tierra. Más que como pruebas de agudeza, nos ofrece esos atisbos de sus ojos al modo de un testimonio transeúnte.
Nuestros laberintos mentales pueden llegar a visitar ese infierno nórdico del que hablas: el Helheim. Y no queremos eso, ¿verdad? Lugar del que ni los dioses pueden salir. El vaivén de mi noria emocional tiende a los pozos.
En todo texto voy dejando alguna miguita personal. En este caso fue una postal, dibujada con carboncillo y alguna acuarela. La imagen era una mujer muy bella con el cuerpo lleno de pinchos. Me pareció un trabajo excelente, a pesar de su mensaje: "no seas tan arisca". Envío anónimo que mi familia disfrutó un montón y que supuso unos días de risas y de indagaciones.
Anécdotas y recuerdos que dan pie a la descripción de un momento, de un recuerdo, de un olor...
Tu comentario complemente mi texto.
Valoro mucho tu opinión y el uso de tu tiempo con mis cosas.
Un beso.
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Ana García
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Re: Dedicado III: ¡Te invito a beber de la nada! (A F. Enrique)

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F. Enrique escribió: Sab, 25 Jun 2022 7:01 La gente no lee en estos días y cuando lo hace se deja llevar por las prisas, como si una obra solo tuviera el valor de un instante, no pudiera proyectarse a un mañana. La cosa empeora cuando hablamos de poesía, casi nadie la ama porque no quiere conocerla, apenas hay coplas en la calle, eso que hacía que, incluso iletrados, pudieran apreciar la hondura de Bécquer o Machado.

Nunca fui partidario de los comentarios de texto ortodoxos, pero sí de una lectura reposada que posibilitara sopesar lo que un autor perseguía y lo que consiguió. Muchas veces comprobamos que, por suerte, al autor se le iba de las manos la criatura y creaba referentes universales a raíz de analizar lo que la vida le mostraba en su vivir cotidiano. Hemos vuelto a la España de los turnos de partido y, en cierta forma, tenemos una dictadura encubierta pactada, en un principio, por cuatro años. De otra forma no podemos entender que Mambrú se fuera a la guerra de Irak o que hayamos traicionado al débil pueblo saharaui para ganarnos las simpatías de un tirano.

Cierto, cada día se lee menos. De ahí proviene tanta falta de ortografía que hiere los ojos. Lo peor es cuando alguien se considera escritor y no lee nada de nada.
Yo sé que tú sí que lees y mucho. Ese ejercicio se nota en la escritura y en el cuidado y conocimientos que pones en cada poema o narrativa tuya.
Yo espero que este dedicado haya sido de tu gusto, que suponga una lectura reposada, que consigas averiguar hasta dónde he querido llegar con él.
He querido terminar "el curso" con un dedicado para ti que te preocupas tanto de los demás, que siempre tienes a bien leernos, que siempre ves algo bueno en cada poema, y sobre todo que eres sincero en tus apreciaciones. Eso me gusta.
Yo, como los estudiantes, me retiro una temporada. Más vale retomar el hilo con fuerzas y nuevos bríos.
Salud y un gran abrazo, compañero.
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