Coplas del payador perseguido

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F. Enrique
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Coplas del payador perseguido

Mensaje sin leer por F. Enrique »

El Cantor y el poeta

No me nuembren que es pecao
y no comenten mis trinos;
yo me voy con mi destino
pal lao donde el sol se pierde,
tal vez alguno se acuerde
que aquí cantó un argentino.



El alma insondable de poeta de Yupanqui y el corazón inmenso de cantor de Cafrune se fundieron en esta canción mítica que se hace aconsejable que sea conocida por los más jóvenes para que se expanda su patrimonio espiritual.

Yo que he sido tantas veces tildado de ser argentino, con evidente molestia de mi orgullo andaluz, después de todo he comprendido que estoy enfermo del mismo amor que ellos, la lengua hermana mucho, y ya no quiero curarme. Evidentemente, un argentino no me reconocería como tal al escuchar mi acento, pero hablamos de lo mismo cuando nos asomamos a los versos de Yupanqui. Cafrune solía decir que hay muchos poetas pero muy pocos cantores, siendo cuestionable lo primero hemos de reconocer que acertaba plenamente en lo segundo. En estas coplas nos deja su maestría, su inspiración y hondura a la hora de interpretar las palabras de otro.
Con su permiso voy a entrar
Aunque no soy convidado
pero en mi pago un asado
no es de nadie y es de todos.
Yo voy a cantar a mi modo
después que haya churrasqueado.

Yo sé que muchos dirán
que peco de atrevimiento
si largo mi pensamiento
pal rumbo que ya elegí.
Pero siempre ha sido así;
galopiador contra el viento.

La sangre tiene razones
que hacen engordar las venas;
penas sobre pena y penas
hacen que uno pegue el grito,
la arena es un puñadito
pero hay montañas de arena.

No sé si mi canto es lindo
o si saldrá medio triste,
Nunca fui zorzal ni existe
plumaje más ordinario;
yo soy pájaro corsario
que no conoce el alpiste.

Vuelo porque no me arrastro,
qué el arrastrarse es la ruina,
anido en árbol de espina
lo mesmo que en cordillera
sin escuchar las zonceras
del que vuela a lo gallina.

No me arrimo así nomás
a los jardines floridos,
sin querer vivo advertido
pa' no pisar el palito,
hay pájaros que solitos
se entrampan por presumidos.

Aunque mucho he traqueteado
no me engrilla la prudencia,
es una falsa experiencia
vivir temblándole a todo,
cada cual tiene su modo;
la rebelión es mi ciencia.

Yo soy de los del montón;
no soy flor de invernadero,
igual que el trébol campero
crezco sin hacer barullo,
me aprieto contra los yuyos
y así lo aguanto al pampero.

Acostumbrado a las sierras,
yo nunca me sé marear
Y si me siento alabar
me voy yendo despacito,
pero aquel que es compadrito
paga pa' hacerse nombrar.

Y si me dicen señor;
agradezco el homenaje
mas soy gaucho entre el gauchaje
y soy nadie entre los sabios,
y son para mi los agravios
que le hagan al paisanaje.

La vanidad es yuyo malo
que envenena toda huerta,
es preciso estar alerta
manejando el asadón,
pero no falta el varón
que la riega hasta en su puerta.

El trabajo es cosa buena,
es lo mejor de la vida,
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno;
unos trabajan de trueno
y es pa otros la llovida.

El estanciero presume
de gauchismo y arrogancia,
él cree que es extravagancia
que su pión viva mejor
mas no sabe ese señor
que por su pión tiene estancia.

El que tenga sus reales
hace muy bien en cuidarlos,
pero si quiere aumentarlos
que a la ley no se haga el sordo,
que en tos los pucheros gordos
los choclos se vuelven margos.

Yo vengo de muy abajo
y muy arriba no estoy;
al pobre mi canto doy,
así lo paso contento
porque estoy en mi elemento
y ahí valgo por lo que soy.

Cantor que cante a los pobres
ni muerto se ha de callar
pues ande vaya a parar el canto
de ese cristiano
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar.

Si alguna vuelta he cantado
ante panzudos patrones
he picaneado las razones
Profundas del pobrerío;
yo no traiciono a los míos
por palmas ni patacones.

Si uno canta coplas de amor,
de potros, de domador
del cielo y las estrellas
dicen qué cosa más bella,
si canta qué es un primor.

Pero si uno como Fierro
por ahí se larga opinando
el pobre se va acercando
con las orejas alertas
y el rico bicha la puerta,
Y se aleja reculando.

Tal vez, alguien haya rodado
tanto como rodé yo.
Pero le juro, créamelo
que vi tanta pobreza,
que yo pensé con tristeza;
Dios por aquí y no paso.

Nadie podrá señalarme
que canto por amargao.
Si he pasado las que he pasado
quiero servir de advertencia;
el rodar no será ciencia
pero tampoco es pecado.

Amigos voy a dejarlos,
está mi parte cumplida,
es la forma preferida
de una milonga pampeana;
canté de manera llana
ciertas cosas de la vida.

Ahora me voy no sé adónde,
pa mi todo rumbo es bueno,
los campos con ser ajenos
los cruzo de un galopito,
guarida no necesito,
yo se dormir al sereno.

Y aunque me quiten la vida
o engrillen mi libertad,
o aunque chamusquen quizá
mi guitarra en los fogones
han de vivir mis canciones
en el alma de los demás.

No me nuembren que es pecao
Y no comenten mis trinos,
yo me voy con mi destino
Pal lao donde sol se pierde,
tal vez alguno se acuerde
que aquí canto un argentino.
(Atahualpa Yupanqui)
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No soy de aquí ni soy de allá.
(Facundo Cabral)
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