a las estatuas, varadas como mástiles
entre árboles que sueñan con pájaros de niebla.
Inviernos sin nombre volverán
a aplastar su rostro contra las ventanas.
Sabes que la muerte desempeña
bien su mal pagado oficio
y que entre las páginas más gastadas
se ocultan algunos versos no nacidos.
Es lógico que conecte muy bien con este poema tuyo, Ramón. También yo suelo hablar de barcos que se dirigen hacia el ocaso o resisten en la deriva. Magistral.