Silvio Rodríguez - Pequeña serenata diurna

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

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F. Enrique
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Silvio Rodríguez - Pequeña serenata diurna

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A Roberto, ahora que, definitivamente, todo se ha perdido, sé qué me lo agradecerá, lo hago con el corazón que tantas veces me abandona y con esta mañana resiste alentada por su recuerdo. Si hubo un día que no soportaba ni siquiera escuchar unos acordes de esta canción era porque hubo un tiempo de amor que tuvo en la cabeza la melodía de esa brisa poética que dulcemente hiere y no se olvida nunca.

Le tengo rabia a Silvio Rodríguez, escribe como Bécquer, toca la guitarra como un virtuoso que solo se dedica a ella como si fuera una amante licenciosa que siempre le pide más, canta con la cadencia desesperada de un ángel caído en el amor y en la fe, se concentra tanto cuando lo hace en directo que solo el alboroto que arman sus incondicionales nos recuerda que no asistimos,. por la limpieza de la ejecución, a una grabación en estudio, además, si me apuran, en sus buenos tiempos, era hasta resultón con ese aire ensoñador de quien nunca se quita la máscara de artista de la calle.

Seguiría hablando de esta maravillosa canción, aquí dicho con toda propiedad y quedándome muy corto, pero la inspiración se me fue esta tarde y aún no ha vuelto. Esperaré, no quiero empañar ni un solo acorde, ni siquiera el verso menos afortunado.

Para terminar diré que no comprendo el apego del gran Silvio a la supuesta revolución cubana. Me llevé una gran alegría cuando el gran Pablo nos dijo que había sido la gran mentira de su vida. Silvio sigue ahí alimentándose de sus cuentos y escuchando las grabaciones de los discursos infinitos de Fidel, algún defecto tenía que tener, acabó sordo como una carta de amor que no encontró unos labios y no lo sabía.
No soy de aquí ni soy de allá.
(Facundo Cabral)
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