Jeff Buckley, el mejor cantante de los 90

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F. Enrique
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Jeff Buckley, el mejor cantante de los 90

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Jeff Buckley - Hallelujah



He estado aquí antes, pequeña,
conozco esta alcoba, he hollado sus caminos,
solía estar solo antes de encontrarte,
sobre un arco de mármol vislumbré tu bandera
pero el amor no es una marcha triunfal.
(Leonard Cohen – Aleluya . Versión - F. E. León)

Jeff Buckley solo publicó un disco en vida, Grace, aclamado por la crítica y por grandes nombres del mundo de la música, no tanto por el público aunque con el paso del tiempo haya logrado cifras respetables de venta. Era el año 1994, fue una aparición relativamente tardía y sorprendía que no se hubiera acelerado su lanzamiento por ninguna discográfica desde que en 1991 dejara a la audiencia en estado de trance con la interpretación de cuatro canciones, una de ellas a capella, durante un concierto en homenaje a su padre, el también cantante, Tim Buckley, muerto por sobredosis en 1974 cuando Jeff tenía 8 años, aunque casi nunca había convivido con él, pues lo abandonó cuando solo tenía unos meses. Este es un hecho que marcaría su personalidad tendente a un pesimismo lírico y profundo en sus letras, y su convencimiento de que aquellos que vivió fueron unos tiempos difíciles que habían consagrado a la soledad como una diosa implacable en el torbellino de unas comunicaciones vacías y sin alma, un momento en que las grandes empresas especulaban con el destino de millones de asalariados y una cortina oscura no dejaba que pasara la luz de las buenas intenciones.

Grace, considerado, desde el mismo momento de su publicación, una obra maestra deslumbrante desde un punto de vista cualitativo y emocional, contaba con composiciones propias en las que desarrollaba con entrega la amplia gama de su virtuosismo vocal con una gran variedad de registros usados con maestría y una precisión que hacía parecer innata su habilidad para pasar de graves a agudos sin solución de continuidad según lo requerían las palabras, y dos versiones[1]. Una faceta esta en la que se empleó con verdadera devoción y en la que conseguía que los oyentes se quedaran con la impresión de que las canciones elegidas habían encontrado su interpretación definitiva, que nadie podría igualarlas (ni siquiera Bob interpretó tan bien a Dylan) pues las abordaba con fe, convencimiento y con sensibilidad, una virtud esta última que se nombra indefectiblemente como su característica más acusada y a la que no renunciaba a pesar de saber que era denostada en aquel momento tan prosaico y asertivo.

No incluyó ninguna de sus magníficas versiones de Dylan en el disco, pero sí la que le proporcionaría su mayor éxito y la que todos cantan aunque no conozcan al autor; Hallelujah, publicada en 1984 por su compositor, Leonard Cohen. A pesar de su calidad y la celebridad del poeta no había llamado especialmente la atención del gran público, fue Buckley quien hizo que éste advirtiera que Cohen había añadido una nueva obra maestra a su cuenta repleta de pasiones y desengaños, quien la convirtió en el himno de la triste alegría que ha podido desplegar todo su significado entre el amor, la mística, las referencias bíblicas y el ansia indescriptible de inmortalidad; otros grandes cantantes la han elegido en momentos especialmente emotivos; el independiente y exquisito Rufus Wainright hizo una magnífica aunque no pudo quitarse de la mente el influjo sentimental de la memoria de Jeff, quizás la última a tener en cuenta sea la estremecedora de Chester Bennintong para ofrecer un sentido adiós a su amigo Chris Cornell en su funeral.

Jeff Buckley murió ahogado en el río Wolf a su paso por Memphis adonde se había desplazado para grabar su segundo disco, solo tenía treinta años. Parece ser que pagó caro su atrevimiento al sumergirse en el río vestido y con botas, en lo que no era más que un juego en un instante de euforia. Sus seguidores sostienen que su trastorno bipolar, confesado poco antes, habría estado en el origen de ello, una fase de manía habría propiciado su temeridad, ese momento en que no se percibe el peligro, en el que cualquier obstáculo, por muy difícil que sea, parece fácil de superar.

[1] La otra versión es Lilac wine, una canción situada en la zona tibia dentro del repertorio de Nina Simone por su falta de profundidad que Jeff supo elevar sacando un partido sorprendente a la calidad impresionante de su voz.

Sofia 25 de agosto de 2017, 7:56

Qué trágica historia para una voz tan potente. Para mí, uno de los temas más impresionantes de todos los tiempos... Es curioso que a veces, a más grande y talentoso el artista, menos éxito.
Gracias por traer este tema de vuelta a mis oídos.

Francisco Enrique León 25 de agosto de 2017, 13:06

Era contratenor, como Camilo Sesto, otro fuera de serie, eso le hacía alcanzar con facilidad el registro de tenor y adentrarse con las agudas en un terreno reservado solo a las mujeres. Su fama como cantante, entre otras virtudes, se sustenta en las notas que alcanzaba y que pasaba de un registro a otro sin solución de continuidad. Era bello, bajo y tenía un carisma arrollador en las distancias cortas, se veía a gusto cantando en los disco-pubs.

Mirella S. 25 de agosto de 2017, 9:40

Adoro este tema y, particularmente, esta versión.
No conocía la historia tan triste de Jeff Buckley, también te agradezco que la compartieras.

Francisco Enrique León 25 de agosto de 2017, 13:15

Si te soy sincero, Mirella, hace apenas unos días solo conocía a Jeff Buckley como el autor de la versión de Hallelujah que todos tenemos en la mente por su excelencia hipnótica. Me ha costado varias lecturas encontrar argumentos para añadir unas palabras. Me he sentido fascinado por este cantante que cuenta con la admiración unánime de la crítica más exigente y la de los representantes más destacados del mundo de la música.

Betty25 de agosto de 2017, 10:04

No lo conocía. Muchas gracias.

Francisco Enrique León 25 de agosto de 2017, 13:21

Gracias, Betty, te aconsejo, si te gusta la música, que escuches su corta discografía, en ese sentido y en la calidad tiene puntos en común con Amy Winehouse, no es del club de los 27, pero no le hace falta para que se convierta en leyenda, el tiempo corre a favor de él. Creo que en ambos casos perdimos algo muy grande y que no ha sido sustituido por nadie; pocas canciones en ambos casos, pero casi todas ellas inolvidables.

Tara 25 de agosto de 2017, 11:31

¡Cuánto tiempo sin escuchar este temazo Francisco! Gracias por reponerlo.
Magnífica reseña la tuya con tu mirada crítica y observadora. Desconocía los pormenores del autor.

Francisco Enrique León 27 de agosto de 2017, 4:05

Digamos, Tara, que es un caso más de canción que sobrepasa en popularidad a su autor, en algunos casos llega a comprenderse, en otros es totalmente injusto, éste es uno de ellos, simplemente el trato profundo y propio de las versiones bastaría para reservarle un lugar en la historia, y las canciones de su autoría son magníficas...

Tin 26 de febrero de 2018, 12:29

Qué bueno el tema y que bien tratado, Francisco. Ese Aleluya, que proviene de la transliteración de la expresión hebrea Ha-leluYáh o alaben a Jah, abreviamiento poetico del nombre de Dios, Jehová, representada por la primera mitad del tetragramatón hebreo YHWH.

Francisco Enrique León 26 de febrero de 2018, 13:15

No creas que fue fácil; tuve que informarme bien de su vida, me resultó fascinante y, quizás, enojoso porque es transparente y reivindicativa. Degustar su música fue una gozada, aunque ahora solo me acuerde de ella de vez en cuando.



Tu aclaración me ha resultado muy interesante, admiro a las personas que tenéis un afán divulgativo, se hace necesario ya que se dicen muchas cosas en estos días, pero se comunica poco. Es justo una obsesión en la música de los *0; Cranberries, REM y Radiohead no quisieron ser una sensibilidad solitaria, aunque lo acabaron siendo. No era un buen tiempo para la lírica, para no saber distinguir entre lo público y lo privado, lo íntimo de lo que se puede gritar.
2

Just like a woman


Los críticos suelen coincidir, al referirse a Jeff Buckley, en que fue culpa suya el que no lograra tener un éxito multitudinario dado que el potencial enorme que atesoraba en todas las facetas que forman parte de una canción no podía desembocar sino en una gran repercusión a nivel popular. Se afirma que, de una manera consciente y asumida, no quería caer en el mismo error que su padre que lo sacrificó todo, incluida su familia, para obtener la fama y halló una muerte temprana en el desenfreno.

Su aspiración era hacer una gran música y alcanzar la poesía que describiera un tiempo terrible de una crisis económica y de valores que había repercutido negativamente en los derechos de los trabajadores, no el reconocimiento. Jeff era incómodo para una discográfica que no encontraba cómo promocionar a un cantante orgulloso que quería controlarlo todo en cada canción secundado por su virtuosismo y el conocimiento de los pasos que llevan a cada creación a ser algo único y trascendente, a un excelente músico que prefería tocar en pequeños locales antes que en grandes auditorios y que no se ofrecía a dejarse manejar por asesores que solo buscaban fines publicitarios y objetivos comerciales, ya que pensaba que estos repercutirían negativamente en la calidad excelsa que buscaba y que quería ofrecer. Se sentía más que satisfecho con los halagos desmedidos que había provocado en monstruos sagrados como Bob Dylan y Van Morrison, poco dados a lanzar flores a cantantes menos favorecidos que ello por los hados caprichosos de la aceptación popular, o en compañeros casi desconocidos que habían compartido escenario y miserias con él, sin poder precisarse cuál de las dos vertientes de admiradores valoraba más. Un cantante genial, un tipo raro, triunfó como él quería, con lo que verdaderamente tenía, aunque la opinión general prefiera hablar de fracaso, solo así puede considerarse que un cantante con una proyección gigantesca siga siendo un desconocido para la mayoría de la gente que leerá sus versos escritos en las paredes sin saber quien los escribió.

El Dylan que canta “Como una mujer” cuenta con todos mis respetos, su voz tan personal, que tan bien definiría David Bowie en una carta abierta, desaconseja hollar ese terreno en el que solo sabe moverse el cantante de Duluth, pero esto no intimidó a Jeff Buckley que se atrevió a versionar varias de sus canciones con la tranquila bendición que otorga el anonimato. Es probable que, en este caso, no lo superara, cómo lo hizo claramente en otros, porque es una canción que Robert Zimmerman escribió expresamente para él haciendo virtud incluso de sus limitaciones vocales; nadie ha llorado como Dylan, quizás exceptuando a Lennon, cuando cantaba.
3

Lilac Wine
En una sociedad cobarde como la nuestra, consagrada a lograr el triunfo apartando la moral si es preciso en la persecución del objetivo, nos parecemos más a los estadounidenses de los 50 de lo que creemos, el relativismo ha cobrado una gran importancia a la hora de debatir y comprobar que estamos faltos de criterios sobre algo concreto. Pero hay que admitir que el triunfo y el fracaso son términos relativos. Phil Ochs, Tom Waits y Jeff Buckley nos lo dirían a las claras, debemos aceptar que la falta de ventas y aceptación popular por parte del tejano están muy bien definidas, ¿qué hace un cantante comunista con un repertorio socio-político en la América que vive la resaca dolorosa de la Guerra Fría?, a Tom Waits no lo conozco suficientemente como para haberme hecho una opinión sobre el desapego que le brindan los amantes de la música. Con Jeff Buckley suele ocurrir que se considera un fracaso lo que en otros sería un triunfo considerable. De esta forma se hace justicia a quien tenía todos los atributos para convertirse en una leyenda, y quién sabe, aún lo podría ser cuando los dioses y los oídos despertaran. Aquí engrandece en directo una canción que pasa por no ser muy afortunada.

4

If you see her say hello


Puede que Dylan nunca fuera tan desgarradoramente humano como en "Sangre en el camino", su obra maestra menos conocida pero cuyo carácter confesional y el hecho de consagrarlo por entero a la ruptura sentimental con su mujer de entonces, un tema eterno, le auguraban una vigencia permanente que se ha ido consolidando con los años. No es la obra más brillante de Dylan pero sí la que tiene menos fisuras, cualquiera de sus temas es importante, además cuenta con canciones míticas que el poeta nunca ha dejado de interpretar en público.

"Si la ves dile hola" es una de sus canciones, y parecía destinada a que solo pudiera cantarla su autor. Jeff Buckley no lo entendió así y, con su valentía forjada en las sombras de las que nunca quiso salir, acometió una empresa que difícilmente podía aportarle algo gratificante pero, cómo solía ser la norma, salió airoso del reto y dejó su sello con una original y sentida interpretación.

Hace poco que sigo al cantante y, hasta ahora, he gozado especialmente con sus versiones de artistas conocidos, muchas veces no precisamente de sus temas más demandados. Aquí muestra lo oscuro del Dylan más sombrío y se explaya con sus calidades vocales para exprimir hasta unos límites prodigiosos las virtudes apesadumbradas de una gran canción que se revuelca con insistencia en la derrota. Extraña que Dylan no se mostrara molesto con el atrevimiento de un joven que no acababa de abrirse paso y que representaba como nadie el desconcierto vital de aquella generación perdida en la confusión de principios de los noventa cuando el capitalismo volvía a mostrar sus garras más descarnadas. Lejos de ello lo bendijo y halló en su pesimismo realista la marca de un artista implicado con un tiempo sin alma que, con el paso de los años, podría dejar las mismas secuelas y las mismas contradicciones que éste en que vivimos.
Publicado por Francisco Enrique León en 4:20 Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
3 comentarios:

Miguel Pina18 de marzo de 2018, 7:53

Hola Francisco, una preciosa y sentida versión del maestro Dylan. En general me gusta escuchar los covers que se hacen de artistas más o menos consagrados. Mi canción favorita de Dylan se escuchó brevemente en la película Silver Linings Playbook y fue Girl from the North Country.
¿Qué te pareció que le dieran el Premio Nobel de Literatura?

Francisco Enrique León18 de marzo de 2018, 14:12

Me quedé atrapado en esa chica triste de la que se despedía, escribí una fantasía sobre ella, la tengo en este blog, y pienso que es un poema impresionante.

No tengo muy bien considerado al Nobel, pero pienso que, en el caso de Dylan, la decisión no pudo ser más acertada, los académicos suecos decidieron leer su poesía. Para mí Dylan es el poeta más importante de los 60, la época más fecunda de la canción popular.

5

Song to the siren


Tim Buckley era un buen músico, ensombrecido por el fulgor póstumo de su hijo Jeff de quien nunca ejerció como padre ya que sería educado por el nuevo marido de su madre y por ella misma en sus vastos conocimientos musicales. Tim murió a los 28 daños por sobredosis, su corta vida fue un constante desafío con las drogas y con el deseo vehemente y enfermizo por triunfar que le hizo abandonar a su familia y emprender el vuelo que lo llevó a la muerte. Se movió entre el folk y el pop en el tiempo que florecía la idea de la conciliación universal y el culto a los recuerdos de lo que nunca había pasado pero se anhelaba en una reivindicación de lo imposible por parte de unos jóvenes que se erguían pidiendo la redención de una sociedad marchita a través del amor y de las canciones y una retirada incondicional de una guerra tan injusta como todas.

Quizás “Canto a la sirena”, sea su canción más popular, se ha versionado varias veces y está en la mente de aquellos que miran hacia atrás buscando sensaciones diferentes. En cierta forma Tim no representaba a su tiempo e intentaba a través de su voz más que aceptable aunque palidezca comparada con la de su hijo, y la dulzura de su guitarra, poner al día a los viejos trovadores con su poesía afectada por un sentimiento antiguo que luchaba por el milagro de la intemporalidad.

Publicado por Francisco Enrique León en 1:36

Tara15 de octubre de 2017, 14:25

Adquiriendo cultura musical gracias en parte a ti Francisco, y seguimos con el folkn orteamericano, y el funk y el jazz y el soul y el rock y la balada (mientras no me pongas a Julio iglesias padre todo va bien)

Francisco Enrique León17 de octubre de 2017, 0:15

Escuchaba, era muy pequeño, a Julio Iglesias antes de su eclosión mundial y no era desdeñable lo que hacía, miraba los títulos de crédito y el firmaba algunas de las composiciones, te dejo unos enlaces de algunas de ellas, pueden llegar a sorprenderte. Siempre he buscado canciones y no intérpretes. Ha sido un crooner con toda la carga negativa que puede tener esta palabra, pero no ha estado exento de calidad muchas veces.

Te las envío por correo; Río rebelde de Cholo Aguirre, se encuentra ahí en la Transición, en el recuerdo de un pañuelo arrojado al río que nunca llegó al mar.
No soy de aquí ni soy de allá.
(Facundo Cabral)
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