La celosía era como una puerta al viento,
la daga del ocaso asomaba sus filos,
huía de sus huellas cuando bajaba el polvo.
Algo que no se puede dividir,
como el número uno, como la sensación
de amarte para siempre.
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El cielo se agrandaba como una voz al canto,
multitud de las aves y de las fantasías,
me cerraste las puertas, cambiaste unas por otras,
hasta que comprendí que dios es un laberinto.
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Busco besos, miré por todas partes,
solo encuentro sus fósiles,
quizá el amor no es lo que era,
pero mi corazón te tiene como mejor amigo de su alma.
Haces que surja en mí la idea de seguir hacia adelante,
Y todos los amigos de mi alma son también mis amigos.
Y tengamos un código secreto, o no, no me iré de la lengua,
no mientras que no bese tu imagen, Paraíso.
