Los trabajos y los días

[Pablo Sales]

Y qué decir del labriego que, sin aliento casi,
en sus campos hiñe, al igual que el pescador
resignado en el viento y la mar,
y levantan de tanto en tanto sus ojos al cielo,
entre la rabia y la esperanza, ante el magro fruto
del sudor diario.
Buscan en lugares oscuros y laten con la tierra
y con el agua y se acaban día a día,
y a pesar de los gritos con que azores y gaviotas
sin edad (diríase emisarios de la voz más alta)
advierten que es peor el exceso que el defecto,
no cesan de cumplir con su destino,
pues al principio de los tiempos les fue decretado
el sufrimiento: por eso callan.
Viajero por tantos caminos de arena y nube
y con la niebla como único horizonte,
los he visto brillando como una medalla
pequeña y limpia prendida en el pecho
del paisaje ancho y profundo que invita
y abandona, afanados en conseguir
lo que la luz oculta, en pos de la verdad
de todo lo que alienta.
A este lado de la trinchera, que es horizonte
o límite, entre sillones, parasoles inútiles
y bebidas que jamás calmaron sed ninguna,
yo, como ellos ante la semilla de jade
o el pez de plata y con igual empeño,
busco también la recompensa oculta
en el mundo y sus criaturas, escarbando
con la pluma como leve instrumento,
si no arpón o azada, en la pureza y soledad
del papel que cada noche, en silencio
me desafía.

[Pilar Morte]

Me gustó el poema, todo lo que de él se desprende y acoge al hombre que trabaja el campo. Me encantan los pueblos. Un placer leerte.
Abrazos

[Pablo Sales]

Gracias Pilar

[Ramón Castro Méndez]

Muy hermoso poema, Pablo. Me recuerda un poco al dicho ese de que cada día trae su afán o algo así.
Un placer de lectura.
Mi aplauso.

Un abrazo.

[Pablo Sales]

Gracias Ramón. Me alegra que disfrutes con mi forma de escribir poesía. No creas, mi trabajo me cuesta estar de acuerdo con el resultado final de la primera revelación.

[xaime oroza carballo]

Y qué decir del labriego que, sin aliento casi,
en sus campos hiñe, al igual que el pescador
resignado en el viento y la mar,
y levantan de tanto en tanto sus ojos al cielo,
entre la rabia y la esperanza, ante el magro fruto
del sudor diario.
Buscan en lugares oscuros y laten con la tierra
y con el agua y se acaban día a día,
y a pesar de los gritos con que azores y gaviotas
sin edad (diríase emisarios de la voz más alta)
advierten que es peor el exceso que el defecto,
no cesan de cumplir con su destino,
pues al principio de los tiempos les fue decretado
el sufrimiento: por eso callan.
Viajero por tantos caminos de arena y nube
y con la niebla como único horizonte,
los he visto brillando como una medalla
pequeña y limpia prendida en el pecho
del paisaje ancho y profundo que invita
y abandona, afanados en conseguir
lo que la luz oculta, en pos de la verdad
de todo lo que alienta.
A este lado de la trinchera, que es horizonte
o límite, entre sillones, parasoles inútiles
y bebidas que jamás calmaron sed ninguna,
yo, como ellos ante la semilla de jade
o el pez de plata y con igual empeño,
busco también la recompensa oculta
en el mundo y sus criaturas, escarbando
con la pluma como leve instrumento,
si no arpón o azada, en la pureza y soledad
del papel que cada noche, en silencio
me desafía.

...y sonreírle al desafío, amigo mío, aunque luego nos estremezca toda vez hechos uno con él.
Hermoso tu canto, Pablo.

Fonda aperta.

[Pablo Sales]

Gracias Xaime. Tienes razón: algunas veces, la sonrisa es de hielo.

[Ulises C.J.]

Amigo, no se si aras los folios o tus silencios, si brotan ideas o pescas palabras, pero siempre nos traes belleza y armonía en tus poemas.
Recolector y pescador de versos.
Abrazos

[Pablo Sales]

Gracias Ulises. Se dan por bien empleados los trabajos si la recompensa son palabras como éstas que me dedicas.

[Juan Cruz Bordoy]

Pablo, nos dejas un poema poblado de humanidad en su más puro estado. El de los hombres que, día tras día, hacen brotar sudor para mantener brillando el mundo en que vivimos. Destaco la integración del final a la serie de trabajos del inicio. Está hecha con gran sutileza y otorga un nuevo sentido que invita a releer varias veces la poesía. Un grato gusto leerte.
Saludos,
Juan Cruz

[Pablo Sales]

Muchas gracias Juan Cruz. A veces el poema se hace a sí mismo, y nace, se desarrolla y completa a su voluntad. Ese final lo estuvo pidiendo desde que comenzó a manifestarse. En el fondo, el poeta solo es escriba de una voluntad superior.

[Ana Muela Sopeña]

Muy interesante este poema descriptivo de los trabajadores de la tierra, de los trabajadores del mar y de los trabajadores de la palabra. Todos ellos tienen algo en común. Generalmente no eligen sus trabajos. Les vienen dados por destino. Los poetas no decimos "quiero ser poeta". No. Simplemente escribimos. Es consustancial a nuestro ser. Lo mismo les ocurre a los agricultores y pescadores. Generalmente heredan el oficio de generación en generación o... lo realizan porque es la forma de vida natural de su pueblo o de su región.

Me ha encantado tu poema. Has logrado un gran equilibrio entre fondo y forma.

Aplausos
Un beso grande
Ana

[E. R. Aristy]

Y qué decir del labriego que, sin aliento casi,
en sus campos hiñe, al igual que el pescador
resignado en el viento y la mar,
y levantan de tanto en tanto sus ojos al cielo,
entre la rabia y la esperanza, ante el magro fruto
del sudor diario.
Buscan en lugares oscuros y laten con la tierra
y con el agua y se acaban día a día,
y a pesar de los gritos con que azores y gaviotas
sin edad (diríase emisarios de la voz más alta)
advierten que es peor el exceso que el defecto,
no cesan de cumplir con su destino,
pues al principio de los tiempos les fue decretado
el sufrimiento: por eso callan.
Viajero por tantos caminos de arena y nube
y con la niebla como único horizonte,
los he visto brillando como una medalla
pequeña y limpia prendida en el pecho
del paisaje ancho y profundo que invita
y abandona, afanados en conseguir
lo que la luz oculta, en pos de la verdad
de todo lo que alienta.
A este lado de la trinchera, que es horizonte
o límite, entre sillones, parasoles inútiles
y bebidas que jamás calmaron sed ninguna,
yo, como ellos ante la semilla de jade
o el pez de plata y con igual empeño,
busco también la recompensa oculta
en el mundo y sus criaturas, escarbando
con la pluma como leve instrumento,
si no arpón o azada, en la pureza y soledad
del papel que cada noche, en silencio
me desafía.

¿Por qué y para qué escribir? Es para este momento profundo y bello de tu poesía, Pablo.

[Pablo Sales]

Ana, Aristy, muchas gracias. La verdad es que la exigencia es mucha (Y quizás la desvergüenza) ante el hecho de dar a la luz estos trabajos, pero que duda cabe que son vuestros comentarios e interpretaciones los que hacen que el esfuerzo valga la pena.

[Ricardo López Castro]

Todo un poema con mucho fondo y un trasfondo existencialista.
Enhorabuena.
Abrazos y felicidad.