con sus flores de marzo, dulcemente,
tu boca reclamaba locamente
de mi boca su fuego y compañía.
El tiempo se detuvo pues quería
mi sueño de naranja en el poniente
y un beso de tu boca delincuente,
cuajó horizonte donde muere el día.
Quisiera ser la flecha de Cupido.
Temblando de emociones yo te quiero.
Quisiera de tu sangre ese latido,
latido intensamente verdadero,
decirte muchas cosas con sentido,
que al amarte en tu lecho yo me muero.
A tu vera yo espero
un viaje sin retorno en la mirada,
eterno laberinto en mi almohada.