porque soy la cadencia
entre el viento y su ausencia,
donde purga en la almohada cada plancha de escoria.
Y soy la polución, cada soplo de historia
que, ciega de crepúsculos, potencia
la incultura, el aliento que silencia
los labios del que ama, su línea divisoria.
Sé que me abandonaste porque tú me has dolido,
y sacarte del jugo del lamento
es aún más profundo que el olvido.
Sé que te reconozco, porque siempre presiento
un fiasco, porque tengo gusto por lo perdido,
dispongo de una vida para ti y aún lo intento.