Todo tiene olor a muerte

[A. Satír]

Todo tiene olor a muerte,
que más da querida,
mientras todo cae
mírame a los ojos,

No será en vano este silencio,
el oro de este silencio.

Se quiebra el cielo como un hueso,
puedo ver su esqueleto seco,
el cadáver de la noche,
las estrellas en duelo,

Te hablo de la muerte de todo,
de la tarde que dejamos de abrazarnos,
de los niños que éramos,
del recuerdo de los abuelos,

Cuando aún jugaba el sol con las aves,
y no perdíamos el tiempo,

El pasado falleció en su ataúd de piedra,
el futuro espera sentencia,
Mientras lentamente se apagan
los candiles de nuestros pechos,

Bajo el hierro del tórax,
Fuego!
Se extingue suavemente como un susurro,
No queremos oírlo,
queremos ser infinitos,
o creemos serlo,
Vagamos por las calles
como si no fuéramos a morir,

No hay mañana querida,
Pero si esta uva que nos devora,
Gajo a gajo,
Segundo a segundo,
Beso a beso,
El tiempo que no se detiene,
nos deja esperando en la estación,
Se va, se va lejos sin despedirse,

Con su pañuelo de olvido,
con el amor de quienes conocimos,
con las casas que dejamos,

Todo queda en blanco,
un reseteo continuo de la vida,
un apagar y encender de luces,
la luna que nace y desnace
en las costillas de la cordillera de los Andes,

Los gatos que enterré en el patio,
La manzana que corté fresca,
La lluvia madre de los ríos,
Murieron frente a mi miles de veces,

Las mujeres que amé,
Murieron miles de veces,
las caricias que me dieron,
las traiciones,
Los brindis por días mejores,
Las felicitaciones,

Yo mismo,
Tu mismo,

el último segundo
cuando nos sentamos por última vez a conversar.

[E. R. Aristy]

Todo tiene olor a muerte,
que más da querida,
mientras todo cae
mírame a los ojos,

No será en vano este silencio,
el oro de este silencio.

Se quiebra el cielo como un hueso,
puedo ver su esqueleto seco,
el cadáver de la noche,
las estrellas en duelo,

Te hablo de la muerte de todo,
de la tarde que dejamos de abrazarnos,
de los niños que éramos,
del recuerdo de los abuelos,

Cuando aún jugaba el sol con las aves,
y no perdíamos el tiempo,

El pasado falleció en su ataúd de piedra,
el futuro espera sentencia,
Mientras lentamente se apagan
los candiles de nuestros pechos,

Bajo el hierro del tórax,
Fuego!
Se extingue suavemente como un susurro,
No queremos oírlo,
queremos ser infinitos,
o creemos serlo,
Vagamos por las calles
como si no fuéramos a morir,

No hay mañana querida,
Pero si esta uva que nos devora,
Gajo a gajo,
Segundo a segundo,
Beso a beso,
El tiempo que no se detiene,
nos deja esperando en la estación,
Se va, se va lejos sin despedirse,

Con su pañuelo de olvido,
con el amor de quienes conocimos,
con las casas que dejamos,

Todo queda en blanco,
un reseteo continuo de la vida,
un apagar y encender de luces,
la luna que nace y desnace
en las costillas de la cordillera de los Andes,

Los gatos que enterré en el patio,
La manzana que corté fresca,
La lluvia madre de los ríos,
Murieron frente a mi miles de veces,

Las mujeres que amé,
Murieron miles de veces,
las caricias que me dieron,
las traiciones,
Los brindis por días mejores,
Las felicitaciones,

Yo mismo,
Tu mismo,

el último segundo
cuando nos sentamos por última vez a conversar.

El hombre que sabe lo certero del inoportunio de la muerte, o vive sus 60 segundos o muere eternamente como una estrella fugaz. Me parece un poema realístico, no fatalista. Un poema grávido y grave. Difícil de aceptar para quienes huyen en la noche neurótica. Te felicito, Satir. E. R. Aristy

[Pilar Morte]

Realmente huele a muerte, a impermanencia como destino. Todos poemos sentirnos en el poema. Me gustaron las imágenes de tus versos. Felicidades

[Luis M]

Todo queda en blanco,
un reseteo continuo de la vida,
un apagar y encender de luces,
la luna que nace y desnace
en las costillas de la cordillera de los Andes,

Los gatos que enterré en el patio,
La manzana que corté fresca,
La lluvia madre de los ríos,
Murieron frente a mi miles de veces,

Hermoso poema, Satir. Mis felicitaciones y abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

“……..
mientras todo cae
mírame a los ojos,

No será en vano este silencio,
el oro de este silencio.

Se quiebra el cielo como un hueso,
puedo ver su esqueleto seco,
el cadáver de la noche,
las estrellas en duelo,

Te hablo de la muerte de todo,
de la tarde que dejamos de abrazarnos,
de los niños que éramos,
del recuerdo de los abuelos,

Cuando aún jugaba el sol con las aves,
y no perdíamos el tiempo,

El pasado falleció en su ataúd de piedra,
el futuro espera sentencia,
Mientras lentamente se apagan
los candiles de nuestros pechos,
………………………
…………………….
Los gatos que enterré en el patio,
La manzana que corté fresca,
La lluvia madre de los ríos,
Murieron frente a mi miles de veces,

Las mujeres que amé,
Murieron miles de veces,
las caricias que me dieron,
las traiciones,
Los brindis por días mejores,
Las felicitaciones,

Yo mismo,
Tu mismo,

el último segundo
cuando nos sentamos por última vez a conversar”

Sin duda alguna una de las mejores obras que te he leído, amigo Satir, qué ya es decir.

Un poema con un lenguaje poético hermosísimo y con imágenes de gran inteligencia y fuerza evocadora.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos y salud.

[Rafel Calle]

Tan bello como evocador trabajo, amigo Antonio.
Felicidades.
Abrazos.