He comprado un diccionario de fenómenos.
Lo encontré en una librería sin puerta a la calle,
a la vuelta de una esquina doble sin edificios.
En el prefacio dice:
No obedecen a entradas concretas, porque
es imposible remitir los fenómenos a una sola palabra.
Busque al azar. Vívalos y disfrute. No hay distorsiones.
Una advertencia dice:
Estos suceden, son fenómenos, pero no tienen nombre
ni lo necesitan.
Llámelos como usted quiera pero mejor no los nombre.
Léalo con los ojos cerrados.
Cómo ver si no
una mueca desesperada
en los blandos semblantes de las estatuas,
o cómo ver
una desabrida hojarasca
en el tiempo donde nos vamos transparentando,
o percibir esa brisa que
arrastra hacia fuera / el espacio que la circunda.
Está encuadernado en rústica, con mar y sueños.
Las hojas, de aire y Luna.
...