sin llama y sin recuerdo
tu cuerpo junto al mío.
(Laura A. M. - Mi soledad)
que surge de la hierba,
que abraza la mañana que recorre los cielos
en pinceles borrosos que saben de la espera
que acaricia tu piel
y no puede tenerla en el momento justo
que pasa una sonrisa con un recuerdo cálido.
En la mirada tienes un verso que enamora,
que vive en el exilio que atormenta una torre
y una ventana oscura que propaga la tinta
como un tosco incensario
con forma de farola que ha perdido los cables
y busca las heridas que plagan los senderos;
sombra eres y luz
de un retrato sin firma que vuelve cada tarde
a los gestos oscuros de un hombre desvalido
que mirarlo te duele y abrazarlo te calma.
Tu alma aún desvela tu cita con los ángeles
del pórtico que sueña con suaves galerías,
con el amor eterno;
no vuelve de la mano lo que nunca dijiste,
clamaba en los cordeles y ardía en la mirada,
Cesare nunca tuvo lo que siempre he tenido;
cuando llega al Albergo
siempre escucha la ausencia de la voz que lo hiere.