ni era el turno, compañero;
mas te llamaron de arriba,
de las puertas de los cielos.
No te tocaba ni a ti
ni a tantos que te siguieron,
pero te fuiste obediente
despojándote de atuendo.
así se van los soldados,
así se van los guerreros,
sin que les toquen sus turnos…
sin ni siquiera un entierro.
De poco valió tu hazaña
ni tu calidad de abuelo,
te fuiste desde un asilo
con el semblante sereno
y la mirada tranquila
como el que vive en un sueño .
No te tocaba colega
y aunque el mundo es un infierno
no tenías que dejarnos
por mucho que a Dios respeto.
Nadie será como tú,
nadie ocupará tu puesto
ni sembrará la sapiencia
que sembraste con acierto,
te perdimos y os perdimos
sin tocar ni merecerlo.
Ahora toca rezar
antes de volver a vernos.