
Hay ojos que al llorar parecen fuentes,
manos que sudan espinas de martirio,
mensajes de plumas negras
clavando sus afiladas uñas en las grietas del costado.
La pena,
con olor a azufre azota la carne temblorosa,
y el corazón anegado entre suspiros
extiende su sombra de ciprés sobre la sangre yerma.
El alma,siempre abierta,
rueda en su amargura por delante de la vida,
y aunque no le cabe la palabra
siembra voz de fuego sanando cicatrices
en el campo donde crecen las estrellas.
*Andros