La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Unos versos caídos en el cielo de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no puede desplegarse
cuando no encuentra el camino de tus labios.
No volveré a ser aquel que te esperaba
en el sol declinante de los embarcaderos
con la gracia de los dioses en la frente
con la esperanza atada a tu cintura,
seguiré otro camino entre los matorrales
y las ansias de vivir
en las arterias lentas de una isla
que avanzaba en la memoria de los mitos
con el reloj de sombra aletargado.
No somos los primeros
que se dijeron adiós mientras se amaban,
que plegaron las velas
sin esperar que llegaran los vientos favorables,
que invocaron el infierno durante los días dichosos
mientras fundían las risas con las lágrimas.
Nuestros besos no son los únicos
que se borraron
en las mejillas caprichosas del alma de los tiempos,
en el polvo del interior de las Siete Colinas
que perdieron el camino en el vientre del agua.
Pero nuestro dolor de espinas atravesadas
no conoce a los mártires
que desgarraron sus huellas en el altar de los verdugos;
volveremos a sonreír
cuando el ocaso ascienda en la remembranza de la muerte.
El amor que ilumina, a veces encadena
y hace que te sientas
un faro apagado en la distancia
cuando llega el silencio a tu rostro afligido
y te enfrentas al dolor cinerario de la urna
de Keats arrebatada en la tormenta de la calma.
No somos los únicos que pecaron por amor,
que enfilaron su barca contra las escolleras
de los versos enmarañados,
que escribieron sus promesas en la puerta de la playa
mientras subía la marea del deseo de los perdidos.
No somos el paradigma del peregrino ciego
que murió en la vereda
y siguió caminando,
voy hacia aquel vestido rasgado en una fiesta taciturna,
hacia el clavel de cenizas que tuviste en la boca
como un recuerdo que no encuentra su rostro,
que ha olvidado su nombre
en una cuesta abrupta
que no puede subir entre los cables y los pájaros
aunque se acuerde de tu olvido
y llore en la noche profunda del fulgor en tu mirada.
Última edición por F. Enrique el Jue, 26 May 2022 7:30, editado 2 veces en total.
***
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)
Es un poema estupendo, habla cuando uno lo lee con esa voz que tiene la buena `poesía, vive en el país de la nostalgia o nos hace viajar a ese territorio. Es hermoso el poema realmente. Un saludo cordial.
Bueno, qué podría decirte F. Enrique...a mí me vas a encontrar siempre en estos versos de nostalgias que relatas como nadie, siempre me encontraras aquí rendida a esta belleza, si incluyes a Cohen en la ecuación entonces ya la fiesta se hace toda...
Buen poema. Felicidades!!!
Un abrazo.
Carmen
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
Te agradezco, Gustavo, estas palabras tan alentadoras que me ofreces.
Un abrazo.
***
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)
Unos versos caídos en el cielo de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no puede desplegarse
cuando no encuentra el camino de tus labios.
No volveré a ser aquel que te esperaba
en el sol declinante de los embarcaderos
con la gracia de los dioses en la frente
con la esperanza atada a tu cintura,
seguiré otro camino entre los matorrales
y las ansias de vivir
en las arterias lentas de una isla
que avanzaba en la memoria de los mitos
con el reloj de sombra aletargado.
No somos los primeros
que se dijeron adiós mientras se amaban,
que plegaron las velas
sin esperar que llegaran los vientos favorables,
que invocaron el infierno durante los días dichosos
mientras fundían las risas con las lágrimas.
Nuestros besos no son los únicos
que se borraron
en las mejillas caprichosas del alma de los vientos,
en el polvo del interior de las colinas
que perdieron el camino en el vientre del agua.
Pero nuestro dolor de espinas atravesadas
no conoce a los mártires
que desgarraron sus huellas en el altar de los verdugos;
volveremos a sonreír
cuando el ocaso ascienda en la remembranza de la muerte.
El amor que ilumina, a veces encadena
y hace que te sientas un faro apagado en la distancia
cuando llega el silencio a tu rostro afligido
y te enfrentas al dolor cinerario de la urna
de Keats arrebatada en la tormenta de la calma.
No somos los únicos que pecaron por amor,
que enfilaron su barca contra las escolleras
de los versos enmarañados,
que escribieron sus promesas en la puerta de la playa
mientras subía la marea del deseo de los perdidos.
No somos el paradigma del peregrino ciego
que murió en la vereda
y siguió caminando,
voy hacia aquel vestido rasgado en una fiesta taciturna,
hacia el clavel de cenizas que tuviste en la boca
como un recuerdo que no encuentra su rostro,
que ha olvidado su nombre
en una cuesta abrupta
que no puede subir entre los cables y los pájaros
aunque se acuerde de tu olvido
y llore en la noche profunda del fulgor en tu mirada.
Bello, muy bello poema Enrique impregnado de metáforas logradas, y pones a Leonard Cohen de fondo y mi alma se ilumina.
Felicidades y gracias por compartir. Saludos cordiales Mirta.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez
Un poemazo desde el principio hasta el final, F.Enrique.
Con un léxico muy cuidado vas desgranando el dolor de la ruptura y de la ausencia. Preciosas las imágenes, la adjetivación. Un estilo único que te va envolviendo con su luz y con su sombra.
Mi querido F. Enrique, hace mucho tiempo, ya ni recuerdo apenas, que leí el libro de Jhons Keats "Lamia, Isabella, la víspera de santa Inés y otros poemas". En su lápida se puede leer: Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua.
Por lo que me queda en la memoria del poeta romántico has captado muy bien su estilo melancólico, esa forma tan emotiva de dirigirse a la mujer amada. Felicidades amigo.
Un abrazo y salud
Carmen López escribió:Bueno, qué podría decirte F. Enrique...a mí me vas a encontrar siempre en estos versos de nostalgias que relatas como nadie, siempre me encontraras aquí rendida a esta belleza, si incluyes a Cohen en la ecuación entonces ya la fiesta se hace toda...
Buen poema. Felicidades!!!
Un abrazo.
Carmen
Gracias, Carmen, por tu bello comentario y por esa cita que haces a Cohen.
Un abrazo.
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cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)
me gusta el poema, amigo. Siempre encuentro esa textura sentimental tuya, marca de la casa, con gran poder de trasmisión. Esa pulsión nostálgica llega muy viva y muy poética.
“No volveré a ser aquel que te esperaba
en el sol declinante de los embarcaderos
con la gracia de los dioses en la frente
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y las ansias de vivir
en las arterias lentas de una isla
que avanzaba en la memoria de los mitos
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en el polvo del interior de las colinas
que perdieron el camino en el vientre del agua.
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El amor que ilumina, a veces encadena
y hace que te sientas un faro apagado en la distancia
cuando llega el silencio a tu rostro afligido
y te enfrentas al dolor cinerario de la urna
de Keats arrebatada en la tormenta de la calma.
No somos los únicos que pecaron por amor,
que enfilaron su barca contra las escolleras
de los versos enmarañados,
que escribieron sus promesas en la puerta de la playa
mientras subía la marea del deseo de los perdidos.
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voy hacia aquel vestido rasgado en una fiesta taciturna,
hacia el clavel de cenizas que tuviste en la boca
como un recuerdo que no encuentra su rostro,
que ha olvidado su nombre
en una cuesta abrupta
que no puede subir entre los cables y los pájaros”
Me ha gustado mucho tu poema, colega Enrique, su fuerza su apasionada lírica.
Te dejo más arriba los versos, para mí, más sobresalientes.
F. Enrique escribió:Te agradezco, Gustavo, estas palabras tan alentadoras que me ofreces.
Un abrazo.
Su poesía lo merece amigo. Su pluma es excelente. Un cordial saludo.
Solo puedo volver a darte las gracias.
Un abrazo.
***
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)
No volveré a ser aquel que te esperaba
en el sol declinante de los embarcaderos
Nuestros besos no son los únicos
que se borraron
que perdieron el camino en el vientre del agua.
Pero nuestro dolor de espinas atravesadas
no conoce a los mártires
volveremos a sonreír
cuando el ocaso ascienda en la remembranza de la muerte.
No somos los únicos que pecaron por amor,
que enfilaron su barca contra las escolleras
No somos el paradigma del peregrino ciego
que murió en la vereda
y siguió caminando,
voy hacia aquel vestido rasgado en una fiesta taciturna,
hacia el clavel de cenizas que tuviste en la boca
como un recuerdo que no encuentra su rostro,
que ha olvidado su nombre
en una cuesta abrupta
que no puede subir entre los cables y los pájaros
aunque se acuerde de tu olvido
y llore en la noche profunda del fulgor en tu mirada.
F.Enrique, tu poesía no deja indiferente y manejas la evocación de la melancolía con grandes cotas de lirismo. Leonard Cohen, coincido con los compañeros, es un buen compañero para la nostalgia.
Felicidades y un abrazo.