E. R. Aristy escribió:Nésthor Olalla escribió:A aquellos que no se saben,
y a aquellos que aunque se saben
nunca reparan en ello.
A aquellos que naufragaron bajo el inclemente azote
de una tormenta de pena.
A los que viven fugados, escondidos y exiliados
por miedo a la devoción y a la inquebrantable fe
de sus fieles partidarios.
A aquellos que alguna vez fueron enterrados vivos
con su propia convicción.
A todos los que fijaron su arraigo en una nación regida por insurrectos.
A aquel que sembró utopías y le florecieron coles.
A los que viven sin causa atrapados en la náusea
acumulando rutina, amontonando costumbre
y atesorando indigencia en su placidez vital.
A aquellos que ya sólo se aman sobre lechos de ceniza.
A los que están en peligro de rendirse a la prudencia.
A los lógicos de atar,
presos en la trabazón de sus propios algoritmos.
A todos los saltimbanquis.
A todos los estreñidos.
A todos los mercachifles.
A todos los quincalleros.
A todos los sin calor.
A todos los embusteros.
Al tonto de mi lugar.
A todos los no adaptados por su impúdica insolencia;
pues para ellos no habrá reino alguno bajo el cielo.
A aquellos que desahuciaron por no dejar de pagar.
A aquellos que se quedaron.
A los que nunca vinieron.
A los que jamás llegaron.
Y a aquellos que nunca fueron.
A todos los desterrados que se les tragó la tierra que les dieron a heredar.
A los que miran atrás sólo para ver su sombra.
A los que siempre se enteran los últimos de su muerte.
A los que se quedaron fríos al ver lo que se encontraron tras haber hurgado en sí.
A aquellos que no dejaron huella alguna de sus pasos al regresar de sus sueños.
A los que no tienen percha donde colgar su sombrero.
A los necios eminentes.
A los lerdos reincidentes.
A los tigres de papel.
A los que viven sufriendo indecibles picazones
por eccemas en la piel de la conciencia.
A los que pierden la honra en plena misa de 10.
A aquellos que nunca cuentan lo de aquel amor con Dios,
y que nunca se aclaró.
A los que viven de oídas.
A los que no tienen patria señalada en ningún mapa.
Al que se encogió de hombros el mismo día de nacer.
A todos los que llegaron a su latido final
sin haber dado un motivo en su vida de qué hablar.
A aquellos que siempre viven cuantificando dolencias,
todas bien jerarquizadas, ordenadas y tasadas
por el grado de aflicción.
A los que están tan seguros que temen morir de hastío,
y hasta pagan con su reino por sentirse en la emoción de zozobrar.
A aquellos que no encontraron la manera de salir de su propio laberinto.
A los que sienten la angustia de vivir en las tinieblas,
sin saber quien sale o entra ni saber quien viene o va.
A los que dieron las gracias el día de su ejecución.
A cuales quiera que sean juzgados por la ruindad.
A los que pasan la vida dándole cuerda a un reloj.
A los apresados dentro de un cuerpo que les desprecia.
A los que al fin pueden ver a causa de su ceguera.
A los que beben del asco;
y aun siendo amargo ese vino optan por brindar con él.
Al sospechoso de ser un intruso en el Edén.
Al condenado a ser libre como perpetua expiación.
Al que no cree en lo que ve.
Al que no ve en lo que cree.
Y a los que acaban tiznados con la fe del carbonero.
A los que sólo heredaron un agujero en la suela.
A los que esperan en vano en un banco en la estación.
A todos los que una noche por alentar un tumulto
salieron llenos de hostias por la ventana de un bar.
A todos los que subsisten a cuerpo gentil y al frío
en la piel de lo inmediato.
A aquellos que hacen piruetas, ademanes y aspavientos
todos los días de su vida y que nunca nadie en ellos reparó.
A los valientes que fueron.
A los cobardes que son.
Al suicida practicante.
Y al que por fin lo logró.
A las lumis de rotonda.
Al bujarra de ascensor.
A truhanes, a buhoneros,
a tahúres y trileros de cajón.
Al verdugo que acaricia por última vez al reo antes de soltar su hachón.
A aquél que quiso plantar cerezos en cementerios.
Al juez que se condenó sin saber muy bien por qué,
con su propio veredicto, sin ninguna apelación.
A los que nunca preguntan por miedo a obtener respuesta.
A los que siempre viajaron en alas de mariposa.
A los que atacan gigantes y acaban siendo volteados,
humillados y prendidos de las aspas de un molino.
A los que guardan silencio mirando tras el cristal tras largas noches de espera.
A los que aprendieron nada.
A los que olvidaron todo.
A los que aprendieron todo y no les sirvió de nada.
A todos los que alcanzaron su meta por puro error.
A los rebeldes sin pausa.
A los que nunca cobraron un canon por el fracaso.
A los que ya no les queda ni una gota de sudor.
A los que llegan sin cita a ningún lugar concreto.
A los que engrosan las colas de la desesperación.
A los que viven desnudos.
A los que mueren vestidos.
A los que no son y han sido.
A los que apenas ya son.
Y a cualquiera o a "cualquiese" de los pacientes leedores que aquí se han parado a ver
esta infame incongruencia, tengan por bien olvidar antes que pronto este mal que pueda haberles causado con esta perturbación.
Y al mismo tiempo les pido que a éste que aquí perpetró esta sarta de desmanes,
de razón más que menguada, ténganle por bienqueriente, no le nieguen el saludo si por la calle le encuentran, apiádense de su traza y concédanle el perdón.
Nésthor Olalla______________________
. No soy uno de los nuestros
Nésthor,
A los pies de este arbol alto
Digo Feliz Navidad
No creo que falte ninguno
en esta FELICIDAD.
Un beso, ERA
Gracias por venir, ERA.
Besos.