Vibra en mi móvil tu lengua poderosa;
repite su traslación
como si los poros
fuesen contorsión de alas,
mariposas obcecadas
con dejar alguna cosquilla
en mi embrujada mente.
Vibra en el traje tu mano derecha;
deniega cualquier exclusión,
indaga los umbrales del nervio,
retrocede, insiste.
Llega tu corazón imperioso
a mi pecho de granada.
No es extraño amar tu invisible tacto
mientras la distancia sueña
con estremecer la curva.
Vibra el mando entre mis pulgares
cual háptico afán de puro deseo.
En ellos, la virtualidad del alma
puede llevar al mínimo tus carencias
y refundir la vida o la muerte
en todos los sentidos.