Debido a mi falta de ignorancia te perdí.
No eras tú, sino otra circunstancia.
No conseguí averiguar, por más que me revolvía, y miraba entre la gente, la verdad.
Sin embargo, me persigue a todas partes.
Verás, lo que intento decirte solo sale de mis versos.
No me poseen, ni mucho menos.
Tampoco creo que se basen en la ciencia infusa.
Todos tus atributos fueron a parar a mi memoria.
He recorrido siempre el mismo y perfecto círculo.
Mi sueño era cambiar el mundo.
El caso es que él, con todo su esplendor, o con todo su juego de luces y sombras, no pudo cambiarme a mí.
Pero, si separamos las cosas, los matices, podemos comprobar la acción independiente de cada uno de sus componentes.
Siempre pensé que el funcionamiento del universo consistía en sacarme de quicio.
No he tenido una vida fácil.
Directamente, no he tenido una vida.
No supe gestionar ni sacar a la luz mis sentimientos.
Y la inmensidad o el vacío se hacen cada vez más grandes.
No quiero parecerlo, porque para mí no soy pusilánime.
No hay nada que me supere.
No hay lid ni rencillas ni controversias en mis versos.
Me aferro a ellos, porque es lo único que sé hacer.
No es cabezonería ni tozudez.
Me sincero, no intento confesar nada.
No creo en el arrepentimiento.
Pero sí en la penitencia.
Cuando todos los días resultan iguales, a nivel de autorrealización, no cabe sino preguntarse:
"¿De qué está hecho Dios? ¿Es acaso una construcción metafórica?"
No me comparo con Él, intento comprenderme.
Aunque realmente, sé perfectamente cómo soy.
Me conozco al dedillo, porque me he creado una "morada" que me saca de quicio.
Para invertir el orden, para darle la vuelta a todo, para fortalecer mi juego de ambigüedades.
No se trata de mí o de mis letras.
Se trata de una prueba de fuego.
Y yo soy el que acomete con palabras.
"La cultura no es sino esa paz que surge de una profunda confesión."
"Mientras el conocimiento varía para unos y otros, construyo mi salvoconducto:"
"Una guerra contra algo indestructible:
Verme en todas partes."
