Anoche me senté a tu lado en la cama, al otro lado de tus sueños porque este tiempo a tu vera ha sido una larga frase, casi un párrafo, con sus punto y seguido, sus paréntesis en los que no supe entrar. Son hermosos los puntos suspensivos de tus manos si estás conmigo, pensé. En cambio, los verbos de tu piel hoy no me gustan. Toda tu espalda es un verbo con todas las conjugaciones.
Tristeza que viene y va
pensamientos pasajeros
que se marchan con el viento
y el viento de nuevo trae
las alegrías que quiero.
Así cantaba la niña
cuando tras de su ventana
escudriñaba la esquina
por ver si su amor llegaba.
Tampoco hoy será su día
la reja queda callada
la niña sigue esperando
quizás llegará mañana.
Sus ojos que son luceros
con lágrimas se le empañan
¿Será que ya no me quiere?
¿Será quizás que me engaña?
La flores de su jardín
los pajarillos que cantan
cuerpo envarado
sigue esperando, cantando
pero quieta en la ventana
su amor quebrado
Tristeza que viene y va
pensamientos pasajeros
que se marchan con el viento
y el viento de nuevo trae
las alegrías que quiero.
De repente solo quisiera llorar sobre tu espalda dormida, mientras suena sobre nuestras cabezas una guitarra española, que no consigue hacer que me interese por los pronombres personales que escondes en tu vientre. Sustantivos ilegibles, que tal vez no quiera descifrar.
Cada edad tiene sus nombres para vestir la soledad con ropa de andar por casa. Y tus nombres, ayer, me dieron frío.
El deseo está hecho de un barro quebradizo y lleno de impurezas. Dios, bien podría haber dedicado el domingo a amasarlo más y cocerlo mejor. Al menos podría haber inventado una gramática sin tantos verbos transitivos.
hazme,
si no feliz,
beatrice famosa.