y ver cómo se peina el mundo las espaldas
sin una cita previa con Llongueras.
Calzar un 36, es cosa que me apremia en uno y otro pie
que ando a la deriva y paso a paso
y a veces,
sólo a veces,
me matan los guijarros de la vida
en este treinta y tres
y a veces,
sólo a veces...
aprieta sus espuelas a ras de los meñiques...
y duele.... y pasa ó queda... según como me pisen.
Es bueno,
todas veces,
quitarse la pamela
y atarme con sus cintas, al mundo por montera
y dar la mano al viento, subirme a las estrellas,
tener una sonrisa de raja de sandía y hacerme logopeda
( como Celia )
de olas tartamudas.
Y mientras, apoyo las mejillas en torno al baobab,
la boa y mi planeta.
(Me fascina el personaje , El Principito, la boa, el planeta, el baobab. Decido que voy a hablar con él y me deje pasar unos días entre ellos. Os diré si sí o si no me deja.)