navegando por mares encrespados
y bogamos veloz y tan cegados
que nos vamos y nunca volveremos.
Nuestras barcas perdieron ya los remos
en lugares lejanos y olvidados,
los retornos al fin serán vedados
y en silencio sin nadie perecemos.
Al marcharnos fingimos alegría
evitando mostrar nuestro pañuelo
en señal de coraje y valentía.
Y nos queda soñar que exista un cielo
donde duerman el alma y la barquía
mientras fingen los vivos en el duelo.