
donde puse lágrimas a remojo,
no supe definir la clase de funambulismo,
mientras mis versos fueron columna vertebral de tu espejismo.
Tu fantasma danzaba en una sola baldosa,
cocina poseída por fuego y por ceniza,
en mi estómago nubes y relámpagos,
fui tormento de muertos, incinerados versos,
adelanté la fecha de mi suerte cada día.
No vencí, mi victoria era virtual,
no mentí, mi mentira fue piadosa.
Ocultar tu presencia me volvió vulnerable,
lo que hice por ti no fue más que espantar pájaros.
Vivir en una jaula, desnudarse, abrirse en canal,
nada cambio mi estado.
Mis costillas seguían lloviéndose,
y mi carne escampando -escapando-.
Mil mujeres pasaron desde entonces,
por mi silla eléctrica.
Encendí para mis últimos días la cámara de gas,
pero los cuerpos que no lamí se volvieron sedientos,
mientras se evaporaban mis restos,
decoré con láminas mis dedos,
y me convertí en humo,
en cartografía,
en esta Tierra plana.
Cambio de perspectiva,
como en un espectáculo circense.
Caen cebollas del cielo,
y en mi bandeja me deshojo.